Zero Waste (residuo cero) es un intercambio juvenil internacional Erasmus+. Se llevó a cabo en Pontevedra, del 18 al 27 de octubre de 2022, y estuvo organizado por Ticket2Europe. El proyecto, en concreto, incluyó treinta y dos participantes y cinco organizaciones diferentes de Grecia, Bulgaria, Francia, Macedonia del Norte y España.
Así pues, este proyecto surge de la creciente necesidad global de minimizar residuos y mejorar la manera en la que estos son procesados. En Europa, cada persona produce una media de seis toneladas de residuos. De ellos, solo el 40% es reutilizado o reciclado, terminando el resto en vertederos. De este modo, uno de los principales objetivos era la concienciación mediante una educación extraoficial sobre la necesidad de avanzar hacia el residuo cero y la economía circular, desarrollando el conocimiento, las habilidades y las actitudes de los participantes.
A lo largo de los diez días del proyecto, los participantes adquirieron una amplia perspectiva sobre el tema. Por ello, aprendieron cómo minimizar residuos, cómo implementar las cinco erres de Zero Waste (reducir, reutilizar, reciclar, compostar —Rot en inglés— y rechazar). También conocieron iniciativas locales en la ciudad y alrededores, compartieron soluciones para reducir residuos diarios y supieron cómo es tratado este asunto en sus países. Todo esto descubriendo la ciudad y la cultura de Pontevedra.
Este artículo presenta las diferentes experiencias, aprendizajes y cambios de mentalidad de los participantes en su camino hacia el residuo cero.
David
No ha pasado mucho tiempo desde el proyecto de Zero Waste en Pontevedra. Aun así, ya he podido poner en práctica algunas cosas útiles que aprendí allí. En mi caso, lo que más me ha servido ha sido la manera de utilizar materia ecológica para mejorar los cultivos y, así, usar menos recursos caros y contaminantes.
Lo primero que hice fue crear mi propio compost y trabajar sin químicos en mi huerto. También estoy trabajando en un sistema para recoger agua de lluvia del tejado, como vimos en Pontevedra.
En cuanto a mis hábitos, he cambiado cosas a la hora de comprar y relacionarme con el medio ambiente.
Una de las cosas que más me sorprendieron fue la cantidad de contaminación que genera la indutria textil. Así que he ido a algunas tiendas de segunda mano de mi ciudad e intento no comprar a grandes marcas.
Algo que también me parece muy importante es apoyar el comercio local y comprar comida que no venga de lejos o que venga envasada en plástico.
En definitiva, mi manera de pensar y de ver las cosas ha cambiado mucho. Pero creo que lo más importante es intentar concienciar a los demás de que, debido a la desinformación u otras razones, no están actuando correctamente. Por ello, que trato de dar consejos a mi familia y amigos e intento informarles de las cosas que tuve la suerte de aprender en Pontevedra.
Michalis
El milagro de Grama
Valencia, la ciudad que vive en armonía con la Madre Tierra y sus criaturas. La imagen de los huertos, hortas en valenciano, aparece por todas partes. Barrios con signos atemporales de la naturaleza luchan por preservar lo verde frente al hormigón. Aquí, los vecinos sienten una necesidad interna de defender y conocer en profundidad las área rurales que se extienden en la ciudad y que dominan las afueras.
De esta necesidad, nació Grama. Grama consiste en un grupo de personas frecuentes y activas en el contexto del mayor espacio ocupado de Valencia, l’Horta. Su pasión por la cooperación, la solidaridad y la reacción contra un sistema que busca acelerar y facilitar la vida les llevó a unirse y presentarse cada viernes por la mañana en el mercado de Mercavalència. ¿Cuál es su objetivo? Reciclar alimentos.
¿Qué es el reciclaje de alimentos?
Mercavalència es un mercado donde empresas de venta al por mayor suministran a pequeños y grandes negocios. Así, estas empresas reciben grandes cantidades semanales de comida para abastecer las estanterías de las tiendas. Por desgracia, una parte de esta comida nunca llega a venderse y queda sin utilizar. Es por ello que grupos como Grama, o personas individualemente, se ponen en marcha para reciclar estos excedentes, casi siempre en muy buen estado. Por desgracia, la parte echada a perder no queda más remedio que tirarla.
El significado de Grama
Grama representa la vida. Un pequeño grupo de personas unen fuerzas para rescatar los alimentos injustamente abandonados y los devuelven al ciclo de la vida. En una atmósfera de disfrute, entrega y voluntariado, nos damos un paseo por Mercavalència; dando, además, a al menos cincuenta familias cada semana la oportunidad de alimentarse con alimentos sanos, donados y, en su mayoría, reciclados. Es así cómo Grama echa raíces en el sistema de Zero Waste: mostrando a más y más gente cómo se pueden desarrollar acciones ecofriendy para vivir de manera sostenible.
Alessio
Desde que terminó el proyecto de Zero Waste y me fui de España, he podido aplicar varias mejoras en mi vida. En una actividad del proyecto, compartimos nuestras maneras de generar menos residuos y ser más sostenibles. Descubrí un buen champú sólido, un cepillo de dientes de bambú con cabezal recambiable y un dentífrico sólido. Lo que más me inspiró del proyecto fue la oportunidad de ver diferentes negocios en Pontevedra con políticas de residuo cero o productos sostenibles.
El lugar que más me impactó se llamaba Ponte Verde. Era un café cerca de nuestro alojamiento. Venden productos de cercanía como verduras, quesos y carne, y otros sostenibles y de residuo cero, como especias, tés y frutos secos en tarros de vidrio para comprar al peso. Esta tienda me motivó y me inspiró mucho. Si alguna vez monto un negocio, intentaré hacer algo parecido pero con gatos y libros.
Sahira
Cuando terminamos el proyecto Zero Waste en Pontevedra, volví a Valencia con mucha energía para poner en marcha mis ideas relacionadas con el residuo cero.
Por un lado, me gustaría presentaros un proyecto de residuo cero llamado Grama. Grama somos un grupo de personas con el objetivo de rescatar fruta y verdura en el mayor mercado de Valencia. Mercavalència no puede conservar los alimentos mucho tiempo, ya que recibe nuevo aprovisionamiento cada semana. Es por eso que se tiran toneladas de comida aunque estén en buen estado.
Nosotras reciclamos estos alimentos y los preparamos en cajas para dárselas a quien las quiera. También cocinamos comida muy rica con lo que recuperamos cada semana, preparamos conservas y estamos pensando en comenzar a deshidratar fruta. La comida y el agua son todo lo que necesitamos para estar sanos, y poder compartirlas es poder cuidarnos unas a otras.
Por otro lado, quiero presentaros otro proyecto de residuo cero. Esta vez relacionado con las bicicletas. ¿A quién no le gusta la libertad de desplazarse que da una bici? Este proyecto aún no tiene nombre porque de momento estamos trabajando en el taller. La idea del proyecto es reciclar piezas de bici y materiales para construir nuevas bicis de cero, y al mismo tiempo organizar talleres para aprender todas juntas.
«Residuo cero» puede ser un estilo de vida en cualquier parte, empezando poco a poco a hacer cosas por nuestra cuenta y compartiendo desde ahí la magia de vivir en un entorno mejor.
Raquel
De todo lo que he podido adquirir en el proyecto de Zero Waste en Pontevedra, lo que más resaltaría por su utilidad para mí y para el medioambiente —ahora y, sobre todo, en el futuro— es la manera o la perspectiva que tenían los organizadores de tratar la emergencia climática. Quiero decir, lo que su mensaje me transmitió fue que, aunque la crítica es más que necesaria, a veces es más efectivo centrarse en las amplias posibilidades de acción que tenemos o, incluso, en todo lo positivo que ya se está haciendo por todo el mundo. Y también aquí al lado, en el lugar donde crecí, en Galicia, en Pontevedra.
Alimentos
Por otro lado, hay cosas que he dejado de decir que iba a hacer para comenzar a hacerlas, como reciclar alimentos. Hace más de dos años, oí que en Granada había un mercadillo donde, al recoger, todo lo que no se podía guardar para vender al día siguiente se dejaba en cajas o contenedores para que quien quisiera pudiera ir y coger lo que necesitara. Tras volver del proyecto, la primera semana que pude fui al mercadillo, y allí estoy cada domingo.
Algo que destacaría de esos momentos es la increíble organización invisible que existe para repartir comida de la manera más justa posible. Por ejemplo, hay personas desconocidas que te dicen en qué otros lugares puedes encontrar verduras o frutas, hay vendedores que a veces te ayudan a seleccionar… Y, sobre todo, destacaría que estas personas viven con otras que, aunque no reciclen alimentos directamente, al compartirlos evitan tener que ir a comprarlos a otros lugares, generando un mayor impacto sobre el medioambiente. Finalmente, otro buen ejemplo es que ya estoy preparando tarros para envasar mermelada al vacío, gracias a la idea que me dio una chica del mercado que no conocía.
Ropa
La verdad es que, en el tema de la ropa, hace unos años empecé a ser mucho más consciente. Comencé a comprar lo que realmente necesito, aunque a veces estas necesidades cubren otras no tan necesarias en realidad, pero ese es otro tema. Aun así, este proyecto me hizo reforzar y esclarecer muchas ideas sobre el tema. Además, fui capaz de compartir con mucha gente algunas cuestiones que antes me habrían sido difíciles de expresar, como, de nuevo, el tema de la ropa. Quizás se deba también a lo que mencioné al principio sobre las dinámicas del proyecto: creer, crear, construir y conocer lo positivo para multiplicarlo.
Compostar
Por otro lado, a pesar de haber crecido en el campo —como dije, en Pontevedra—, gracias a la visita a la organización Boa Vida aprendí a realizar algunos trabajos como compostar, que no había hecho nunca y que, pese a conocer la teoría, resultó no ser lo mismo el hecho de hacerlo con tus propias manos. Creo que todos aprendimos mucho en esta visita, no solo sobre cómo cultivar o recoger agua de lluvia, sino también todo lo relacionado con las personas. Colectivamente, trabajan un huerto, de todas y para todas, según la necesidad. Cada uno aporta algo, desde el conocimiento hasta la fuerza, o ambas cosas, como suele ocurrir. Fue otra experiencia que también viví como un impulso de consciencia y del deseo de integrarla en mi futuro.
Aunque actualmente haya cambiado mis hábitos de compra y de consumo, pienso que la oportunidad de vivir una semana rodeada de gente comprometida, conversando y aprendiendo sobre algo tan importante, ha sembrado en mí, y estoy segura de que también en casi todas las que participaron, el deseo de participar en proyectos conscientes con el medioambiente. Y, sobre todo, ha sembrado una sensibilidad de la que no podremos deshacernos y que, espero, nos llevará a formar parte de cosas increíbles que ayuden al planeta a seguir siendo un lugar habitable para todo el mundo.
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