Montañas de libros ardiendo
en un pasado miserable,
apartado de mi mente,
pero jamás borrado,
abrazado en ocasiones
por la temeridad ignorante
del niño inconsciente
que sigue morando
en mi persona.
Que sé yo de nada,
qué sabe nadie de la nada
que en verdad somos,
de la nula importancia
que tenemos como especie.
Qué sabe nadie
de la invasión de mi cerebro
por pensamientos intrusos,
suicidas, homicidas, genocidas,
convirtiendo, por un instante,
mi corazón en el monstruo
más terrible de la historia
contemporánea.
Pétalos en mi tumba,
en las tumbas de la humanidad perecida,
en la fosa séptica
que borrará del espacio nuestras formas.
Hoguera de cuerpos
en las que arderá el conocimiento
que hayamos adquirido
como si de una pira de libros
se tratara
y el tiempo fuera el dictador
que nos borrara
De la faz del universo…
Esta noche así me siento,
así me siento, preso de un infierno
sin tus besos.
¡Maldita sea!
que sin saberlo
te quiero,
que sin quererlo suspiro
por un mañana imposible…
Contigo.
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