¨Sólo tengo la palabra
tanteante y tímida.¨
Constantino J. Domínguez Ferreiro
En mis manos la marca de un vacío remoto
hueco de pasajes transeúntes,
el pecho me baila con sabor a olvido,
tracé senderos imaginarios
por donde corrí impávido y deseoso:
el sudor corría por mi piel dotándola
de un brillo líquido y amarillento,
imaginé caminos de tierra
y unté mis pies en su polvo de cuento lejano.
Aullé a los temores
y hasta mis fantasmas me abandonaron.
Probé a trazar la lumbre con mis ojos
en el lienzo del cielo oscurecido,
bañé mi tiempo con estrellas,
volé a ras de suelo y la hierba
me arañaba las entrañas
y me dolían sus secretos.
Enamoré a mi sombra con promesas.
Y llegando aquí
sólo tengo la palabra
tanteante y tímida de mis horas,
la palabra que brota de mis labios
adormecidos por el viento frío y tenue.
La palabra rompedora y mecedora
de verdades pesarosas,
palabra
de agigantados llantos
dama de mis pensares
dueña de la memoria
mesiánica de este mundo
esta vida
este todo.
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