He quemado el recuerdo, molestando la herida,
preso, acaricio y cuento los barrotes.
Duele el frío. Me vuelvo silencio.
Vómito canciones, que llevan tu nombre.
Son tus ojos, la mirada que anhelo,
donde existía mi vida y valía el intento.
Un día a día, donde no estaba sobreviviendo.
Un sueño del que desperté y no regreso.
Tomó del recuerdo, adicto al consuelo.
Colocó más barrotes, con tus palabras de sello.
Acarició el vacío, me ha devorado.
Vendí mi cuerpo y formé un encierro.
Tu cuello, mi descanso eterno.
¿Dónde has quedado?, mar de lirios.
Yo, esclavo de tus alas y tus comentarios.
Me he suicidado, buscando tus pasos.
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