Cada día la traiciono
y cada día me enamoro
de ella un poquito más,
cuando baila por mi espalda
con la pluma del que sangra
un mar de lágrimas saladas
desde sus pupilas dilatadas
por la intensa oscuridad
y se me clavan en el alma,
cual puñales, cual espadas,
desgarrando mi garganta
y partiéndome por dentro
cuando oso recitar
las emociones que contiene,
aquella magia, su verdad,
que me escuece y envenena,
que me incita y que me eleva,
que me duele y me desangra,
que me da felicidad.
Y es que es, preciosa mía,
el destino de los versos
de este corazón sincero,
es salvación y tentativa,
es mi pasión, mi acción suicida,
mi sudor y mi saliva.
Y aunque siempre la traicione
es, en realidad, mi vida.
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