Por favor, sírvase una copa y siéntese conmigo.
Hablaremos de cosas profundas y banalidades.
Le cantaré al oído los susurros de mi alma.
Estaremos embriagados de recuerdos y vino.
Puede que veamos el sol amanecer y a los
pájaros canturrear; pero, amigo, le digo:
las noches así no se pueden olvidar.
Abiertos en canal, supurando por
cada poro el deseo de compartir.
Crearemos esa atmósfera,
crearemos ese
universo
profundo,
efímero,
perenne,
caótico,
etéreo,
inefable,
constante…
Tan melancohólico.


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