Un silencio por mis venas,
torrente de efímera esencia,
desbordante manantial;
derramada sangre clandestina
al amparo de sucias caricias,
de nombres olvidados,
de palabras carcomidas,
de existencia corrompida
en la encimera.

Cálido desastre, barreras
de soledad extinta,
esparcida la memoria
en torno a las miserias.

Un bolígrafo sin tinta
escribe el último verso
de mi codicia mortuoria,
y en mis lágrimas
dos hielos y un tiento
de ginebra barata;
sagrado ritual en mi memoria.

Alcemos las copas al cielo,
brindemos por cada silencio
derramado antes de tiempo.
Brindemos,
por la etérea sinceridad
que desgarra mis poemas.
Infinidad,
restos del desastre
de la trágica escena.
Brindemos,
por mi divina comedia…


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