Dicen que nací muerto,
que rasgué el velo
del inefable más allá
mucho antes de emitir
el sonido de mi llanto.
Dicen que nací muerto
y que muerto sigo
en la blanca palidez
de mis pupilas esclavas,
en la sordida belleza
de la muerte enamorada.
Dicen que nací muerto,
que entre rosas negras
mi alma halló consuelo
y entre espinas camina
mi cadavérico cuerpo
de ánima deshabitado.
que en mi voz yace el infierno
Dicen que nací muerto,
que estremece las conciencias
de los bienaventurados hombres,
que en mi lengua lasciva,
corrompida por demonios,
vive el poder persuasivo
de un embrujo inexorable.
Dicen que nací muerto,
pero vienen a mí,
muertos sin vida,
para satisfacer los deseos
de sus almas cautivas…
Aunque eso,
eso…
No lo dicen.