Lanzarme a la aventura en la Isla Esmeralda,
buscando plantarle cara al futuro desde un
presente prometedor, un nuevo inicio.
Ponerle pronto plomo propio y ajeno a las
alas, no saber adaptarme al funcionamiento
y el nuevo ritmo vital, sentirme un extraño.
Oír las risas de los de siempre mientras mi
propia desidia iba abocándome al final que
el tiempo implacable iba anunciando.
Volver, incapaz de asimilar en qué punto
la derrota fue demérito propio o el trabajo
de una trituradora bien engrasada.
Tocar fondo de forma irremisible al escuchar
la sentencia definitiva a un proyecto de vida
que pedía a gritos recibir sepultura.
Ahogar la impotencia en litros de cerveza
y whisky, matarme para seguir vivo sin la
certeza de estar consiguiendo el objetivo.
Barajar la idea de un cara a cara con la muerte
al alcance de la mano, al juntar doscientas
cincuenta pastillas en cada paso por la farmacia.
No ver la salida, arrastrar a amigos y parejas
a mi propio abismo R’lyehano a golpe de verso
y la obcecación de negarme a ver la realidad.
Pero llegó el momento: ya he purgado mis
pecados, exorcizado mis demonios y me he
vencido a mí mismo, ha llegado mi hora.
Porque yo fui responsable de mi hundimiento,
pero sin vuestra complicidad no hubiera
estado noqueado en la lona tanto tiempo.
He vuelto mi mirada de azufre y abismo
Nietzscheano hacia vosotros y os he visto
en el lugar en el que no os corresponde estar.
Seguís en la poltrona de corporaciones que
evaden impuestos, al mando de la trituradora
que destrozó mi vida y la de otros muchos,
convirtiendo en un circo de cerdos el centro
del poder donde os pusieron las personas a las
que traicionáis la confianza depositada como voto,
al frente de entidades que tratan de cubrir los
suicidios que provocaron sin miramientos
con repulsivas actitudes filantrópicas.
Las campanas del averno doblan por vosotros,
en un réquiem de balas en verso que escupe
mi rugiente garganta de acero y fuego.
Desde el corazón del infierno os señalo,
desde el corazón del infierno os persigo,
desde el corazón del infierno he regresado
para que nunca descanséis en paz.
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