La justicia es un engaño
para hombres de sombras:
los humanos, que somos todos,
percibiendo ofuscados
un dios hecho de mierda.
Son solo, lejanos, un eco
de un puño que violenta
tocando por las puertas
de las entrañas viejas,
que también son huecas.
Somos vacías calaveras,
sin ojos y sin lengua,
que flotan náufragas
a la deriva de una herencia.
Atrapadas en esta marea
con su fatalidad eterna,
convencidas de merecerla…
¡Ja! ¡Como si no fuéramos ella!
Avanza el humano,
levanta la cabeza
poniendo nombres
y empobreciendo
su pútrida existencia.
Aquí yace (de nuevo) el espíritu
lapidado en átomos y en moléculas,
transformado en un titán, pero…
solo hecho de letras.
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