Parece que es más fácil gobernar sin derechos para la gente que con derechos. ¿Por qué hoy en día están proliferando tanto en el mundo las dictaduras? Pues precisamente por eso, porque tan solo protegen a una élite económica y el resto del mundo vive en el olvido. Así pues, el resultado que se obtiene de esas dictaduras es que solo viven bien las clases más privilegiadas.
¿Qué es lo más fácil? Volver atrás, a coyunturas políticas opresivas con masas controladas y, sobre todo, manipuladas.
La decisión de los magistrados de la Corte Suprema de Estados Unidos podría tener un impacto global. La mitad de los Estados ya han prohibido el aborto. Así, hoy vivir en un país que ha sido el «modelo» de las libertades y del «sueño americano» parece más bien una pesadilla.
Otro tema es que los derechos adquiridos son como cualquier disciplina que se aprende y se ejercita: si no se continúa y no se trabaja día a día, llega un momento en el que se pierde. Es decir, si no ejercitas la fuerza todos los días, llegará un momento en el que la perderás; no es imperecedera, no es eterna.
Lo que vemos no es más que una lección para la gente y para su vida de distracciones e intereses; intereses que siempre son personales pero nunca conjuntos. No es que vayamos para atrás, sino que nunca el conjunto le puso la impronta necesaria, y la continuidad hace falta si queremos que una sociedad se reavive y se reanime diariamente en vida. De lo contrario, esta sociedad entrará en decadencia y acabará desapareciendo.
Todos los derechos se consiguieron porque mucha gente anónima se esforzó por ellos, creyó en ellos e incluso muchos perdieron la vida por los mismos.
Hoy, ¿quién está dispuesto a luchar por ellos?
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