Hora de levantarse.
Primero, miras el móvil: las redes te inundan con datos de la COVID-19. Después, al desayunar, enciendes el televisor e intentas cambiar el canal para evitar el monotema que se repite en todos ellos. Abres el periódico y los titulares no te sorprenden, pero pesan. Así, intentar estar conectado a la actualidad te está desgastando. Porque los excesos son perjudiciales, y tu salud mental te implora que hagas ayunos informativos.
Solo tenemos acceso a una parte de la realidad. Cada medio, de forma más o menos sutil, imprime su manera de pensar en lo que narra. Materialmente, no podemos tener una óptica real completa. Los titulares que más se repiten son cifras y datos que no te dan tiempo de asimilar. Las piezas del puzle que recoges van ligadas a la negatividad. Ochocientos fallecidos más. Se superan las veinte mil defunciones. No es que te aísles, pero un recordatorio continuo no es sano. Estás cumpliendo con tu cometido en casa o en el trabajo. Sigues las directrices que aportan. Estás ayudando a parar esto, así que ¿para qué un machaque negativo asiduo y constante? Es fácil dejarse llevar por las alarmantes cifras y caer en una inercia negativa. Sí, hay que ser consciente de la difícil situación que está acontenciéndose, pero tu salud mental pide mesura.
Propongo que incluyas el informarte como un ítem más de la rutina. Establece un tiempo limitado para saber qué está ocurriendo fuera. Interprétalo como un ejercicio de búsqueda de información útil y empatía con el exterior. Fuera de ese espacio, intenta esquivar noticias prescindibles que minen tu moral; es decir, ayuno informativo. Durante la búsqueda, recuerda que no toda la información es veraz. Hay medios que intentan lucrarse de la situación cubriendo de sensacionalismo los hechos o dando voz a bulos. Una predisposición crítica y escéptica será la coraza perfecta para no caer en la histeria que se propaga.
Incluir este pequeño nuevo hábito aportará mucho a tu estabilidad emocional. Su implementación puede ser progresiva, ya que es algo nuevo. Entre clase de yoga y hacer pan, abrir las ventanas al exterior es la nueva tarea (un rato).
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