Saboreo en mi boca los recuerdos de anoche. Aún tengo gusteras de ayer; estas se mezclan con el dolor de cabeza y la combinación de sensaciones resulta hasta bizarra.
Es como tener un sueño húmedo en el que te acaban matando: te despiertas sudando, asustado y con la polla dura.
Ayer me perdí en el viaje marrón de unas pupilas cansadas y hoy intento hacer ver que no me acuerdo. Intento que me sepan igual otras flores y todas me saben como si hubiera cemento en mi boca, ¿sabes?
Lo detesto.
Detesto no tener hambre cuando no me drogo.
Escribir se está convirtiendo en un amor bajo llave; algo a lo que no tengo derecho. Demasiado grande para poder complacerlo.
Mis anécdotas ya no tienen el mismo color que las de antes; lo puedo notar.
Demasiado sucias.
Demasiada mierda.
Estoy en una ciudad a la que no volvería ni harta del mejor vino francés, apurando los últimos tiros de este cigarrillo y recordando todos los que le pasé a alguien con unas ganas que ya no tengo. Porque el tiempo no corre dentro de este reloj, y la arena todavía está mojada de la última vez que alguien vino a correrse.
Bear Blanca, autora del texto, es una artista polifacética. En La Independiente, publica artículos —y textos en general— en los que mezcla la narrativa, la poesía y la memoria, así como ilustraciones de ero-guro japonés. Este texto pertenece a su libro inédito Parábola del Kaos en Dosis de Gramo y Medio.
Si quieres conocer más de la artista, puedes leer artículos como Movimiento y salud mental o relatos como Lo bello del caos y el caos de la belleza, así como ver ilustraciones como Las Mantis También Son Capaces de Amar o Parálisis del sueño: Las cebollas de Jacob.
Deja un comentario