Su pelo se agitó con el viento del oeste. La lluvia caía como si quisiera hacer daño y no había ni rastro del sol en el cielo.
Tenía que hacerlo. Era cuestión de vida o muerte. Y las consecuencias, en el fondo, no le importaban mucho.
Solo quería que le dejaran 10 segundos para respirar profundamente y saltar en los charcos. ¿Será posible que esté prohibido a los ojos de cualquiera revolcarse en el barro? Su sombra le agarró del hombro y le preguntó: “¿estás seguro?”
Muy poco…
Reculó, volvió sobre sus pasos hasta la cocina. Calculó rápidamente el afilado de sus cuchillos.
No, esto no.
Pensó que hiciera lo que hiciera, no le iba a gustar el resultado.
Salir a la calle antes de que sea demasiado tarde
Cogió las llaves, quería salir pero…
Cabezazos contra la puerta, cabezazos contra la puerta del vesti… más cabeza… A ver si me la rompo.
A ver si me la rompo
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