Quisiera que hasta la disputa más pequeña que la lógica de la humanidad no pensara que es disputa; más, sin embargo, mi ser rodeado por una capa mínima y casi obsoleta lo presencia como la más grande aberración existente en el planeta.
—Sí, lo sé. Suena ilícito, pero es lo que percibo a sangre fría abrumada por una onda de calor por cada uno de mis poros.
Les digo que no es cosa sencilla, es como ahogarse en la más llana de las orillas.
Quisiera ser impermeable.
Una capa sobre la capa que ciega mis pensamientos y los congela prohibiendo que el más sencillo razonamiento salga a flote.
Quisiera, con muchas ansias, poder llegar al manejo de mi mente.
No quiero estar así, de veras intento.
Y no les miento.
Yo intento.
Pero, fallo y me da remordimiento porque te juro que intento.
Nadar y nadar y nadar en la misma orilla en la que a veces pienso que mis brazos y piernas se van a cansar de tanto nadar y ni siquiera morir. Se van a cansar de tanto nadar e intentar para volver a caer.
Quisiera ser impermeable y que todo lo que pase me resbale para así poder dormir en las noches sin necesidad de un empuje.
Quisiera ser impermeable y poder vivir.
Quisiera ser impermeable y poder fluir.
Quisiera ser impermeable y poder disfrutar de todo lo que es gozo para otres y estorbo para mí.
Quisiera ser impermeable para no pensar en los ojos que pondrán su vista en mí cuando salga a la calle.
Quisiera ser impermeable y no tratar.
Impermeable y no pensar que pensar me hace más pensar y pensar lo que no debo pensar del pensar.
Quisiera.
Yo quisiera.
Quisiera ser impermeable. ¿Y si ser impermeable fuera la paz de mi guerra interna?
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