Hacía bastante tiempo que me rondaba la idea de escribir algo sobre la guerra de Ucrania, pero quería hacer algo que fuera un poco distinto. Algo que permitiera entender el conflicto desde diferentes prismas. Ante la avalancha de expertos geopolíticos que campan a sus anchas en los medios de comunicación, se vuelve más que nunca necesario hacer un ejercicio de reflexión profunda. Hay que armarse de herramientas que nos permitan analizar los diferentes discursos que pululan por el espacio mediático. Esa es, de hecho, mi idea. En este artículo intentaré mostrar algunas de las líneas maestras que vertebran estos discursos.
Tras esta pequeña introducción, me dispongo a desgranar. Para ello, he clasificado los diferentes artículos y autores que he encontrado en tres grandes grupos: Atlantistas o pro-OTAN, pacifistas o anti-OTAN y prorrusos. Aunque ya más de uno o una se lo imagina, de este último apenas hay artículos disponibles. Esto se debe a la censura impuesta en Occidente hacia los medios rusos. Así pues, en esta última sección me limitaré a explicar los argumentos desde ese lado y sus vínculos con algunos partidos europeos. En todo caso, haré un esquema muy sencillo de las posiciones en torno al conflicto en base a dos preguntas claves:
- ¿Quién es el responsable de la guerra en Ucrania?
- ¿Es necesario enviar ayuda militar a Ucrania?
Atlantistas o pro-OTAN
Empecemos por el bloque más amplio de todos. Se trata, sin duda, de la posición hegemónica en todos los países occidentales, aunque, precisamente por ser amplio, es especialmente heterogéneo. Aquí se incluyen desde socialdemócratas de centroizquierda hasta posiciones de ultraderecha. Véase este editorial de EL PAÍS —alineado tradicionalmente con las posturas del PSOE— o este artículo de Jiménez Losantos —cercano a los posturas de Vox—. En ambos, claramente, se aboga por apoyar militarmente a Ucrania. En otras palabras:
- ¿Quién es el responsable de la guerra en Ucrania? El responsable del conflicto es Putin.
- ¿Es necesario enviar ayuda militar a Ucrania? Sí, es necesario enviar armas para que Ucrania pueda defenderse de la invasión.
No es ninguna novedad afirmar que estas posiciones están muy cercanas a los intereses la Organización del Tratado del Atlántico Norte. La OTAN, organización de carácter militar y geopolítica fundada tras la II Guerra Mundial. Esta surge como una respuesta por parte de EE. UU. para tratar de aglutinar a diferentes países aliados en torno a un mismo bloque que hiciera frente a los países cercanos a la esfera soviética. Se trata, pues, de un ente cuyo nacimiento está estrechamente vinculado al contexto de Guerra Fría de la segunda mitad del siglo pasado.
En cualquier caso, hay un argumento de fondo que nos permite situar la respuesta a ambas preguntas. Es la contraposición entre los valores occidentales de las democracias liberales y las tendencias autoritarias del bloque ruso-chino. Se alude, desde estas posiciones, a la necesidad de alinearse con uno de los dos grandes bloques que parecen estar emergiendo en la nueva realidad económica global. Sin embargo, resulta curioso que, aunque siempre predomina la visión atlantista o pro-OTAN dentro de este bloque, las razones que se esgrimen difieren un poco. Suelen diferenciarse en función de si nos fijamos en las posturas más de derechas o más de izquierdas.
En el primer caso, se hace referencia a combatir el comunismo que ha heredado Putin del pasado soviético. Tal y como dice Jiménez Losantos, «[…] lo más temible del Putin nacionalista es el Putin comunista». Pero no es el único. Fíjense en este artículo de Carlos Herrera en la COPE —cercano al PP—. En él, además de hacer referencia al pasado soviético de Putin, lo vincula con la simpatía de ciertas posturas de la izquierda por el comunismo —siempre según sus palabras—. Aquí otro ejemplo de Carlos Alsina, periodista de Onda Cero —algo así como la Antena3 de la radio y también cercano a las posturas conservadoras—. Existe, por parte de la derecha proatlantista, un intento claro de ligar las posturas pacifistas de cierta parte de la izquierda al comunismo que, según estos periodistas, se esconde tras la Rusia de Putin.
¿Pero qué le pasa a la izquierda de este bloque? Si nos vamos a posturas más cercanas al PSOE, lo que encontramos es más bien una defensa de los valores que representan las democracias. Alegatos basados en los derechos humanos y en el respeto a las instituciones liberales. Es decir, el conflicto se enmarca siempre en un contexto de guerra que ha sido provocado por Putin. Un conflicto que requiere de un posicionamiento rotundo de defensa de las libertades.
El editorial de EL PAÍS que citábamos antes era un ejemplo muy claro: «nadie quiere una guerra. Esta la ha provocado Putin. Y en este momento preciso el ejército ucraniano necesita ayuda para defender a su población civil […]». Se acusa, de hecho, a parte de la izquierda de no querer ver la gravedad del momento y de dejar en la estacada a los ucranianos. Se hace un paralelismo al aislamiento que sufrió la República española tras el levantamiento militar de 1936. De una forma similar, desde la Cadena Ser —y, en concreto, Àngels Barceló— se ha defendido la necesidad de armar a Ucrania como una forma de disuadir a Rusia de continuar en su escalada imperialista. Algo similar sucede con ciertos intelectuales cercanos a eldiario.es, como este artículo de Rodríguez Consuegra.
Aun así, es cierto que en los últimos meses (y a medida que la guerra se ha ido enquistando), esta parte progresista del bloque atlantista ha ido modulando levemente su postura. Desde estas posturas se ha ido dejando caer la posibilidad de negociar un alto al fuego, aunque ello suponga ceder a ciertas pretensiones rusas. Esto es especialmente relevante en la medida en la que las consecuencias de la guerra se dejan sentir en nuestras sociedades en forma de inflación y temores a una nueva crisis. Véase este editorial de EL PAÍS de hace apenas unos días. En él, se aprecia de forma clara una transición que lleva gestándose desde hace meses.
Pacifismo
Es, sin duda, una postura minoritaria en comparación con la anterior. En este pequeño bloque encontramos a una parte de la izquierda, posicionada a la izquierda del PSOE (la mayoría de Podemos, IU, ERC y Más Madrid). Aunque cuentan con ciertas voces discrepantes, como la de la propia Yolanda Díaz. En todo caso, y por seguir el esquema del principio de las dos preguntas, las respuestas son las siguientes:
- ¿Quién es el responsable de la guerra en Ucrania? Los responsables son tanto la OTAN como Putin.
- ¿Es necesario enviar ayuda militar a Ucrania? No, es necesario centrar todos los esfuerzos en alcanzar un acuerdo de paz.
A diferencia del bloque anterior, lo que se esgrime aquí es que la política de la OTAN, desde la desaparición de la Unión Soviética en 1991, ha consistido en un constante acercamiento de esta organización a las fronteras rusas. Se acusa a la OTAN de haber jugado con fuego al utilizar la debilidad de una Rusia postsoviética que, tarde o temprano, volvería a alcanzar un cierto poder regional como el de antaño. Es, de forma muy resumida, lo que viene a decir Viçenç Navarro, intelectual cercano a Podemos, en este artículo.
Paralelamente, el periodista Rafael Poch, que escribe en el diario CTXT, deja claro que para él el problema es que en Ucrania existía una suerte de convivencia más o menos armoniosa entre dos culturas políticas: la prorrusa y la prooccidental. Son precisamente el bilingüismo y esta mezcla de identidades lo que hace tan particular a este país. Según este periodista, el hecho de que Occidente apoyara abiertamente al bando occidental durante el Euromaidán en 2014 fue lo que terminó de romper la convivencia pacífica —que no problemática— que hasta ese momento había tenido lugar.
En todo caso, una de las mayores críticas de este bloque a los atlantistas es la supuesta defensa a ultranza de los valores occidentales de las democracias liberales. Se cuestiona, de este modo, la no intervención en otros conflictos. Otras situaciones como pueden ser la árabe-isrealí o la vista gorda ante ciertos regímenes como Qatar o Arabia Saudí. La idea que subyace en el fondo es el cuestionamiento de la alineación de Europa con EE. UU. ante lo que se considera un conflicto geopolítico que no puede sino empeorar la situación de Europa. Para muchos situados en esta opinión, lo más idóneo sería mantener una posición neutral y presionar para alcanzar un acuerdo cuanto antes. Algunas personalidades políticas mundiales de izquierda que también se sitúan en estas coordenadas son Mélenchon, Lula da Silva o López Obrador.
Prorrusos
Este último bloque es, sin duda, el más difícil de retratar, porque apenas hay ejemplos que pueda citar. La censura impuesta por parte de los países occidentales a los principales medios de comunicación rusos hace imposible que podamos acceder a ellos. Véase el bloqueo a Russia Today o Sputnik. A todo esto, se le une que no encontraremos en los principales medios de comunicación ningún tipo de opinión favorable a la invasión o a la justificación de esta. Con todo, sí que se aprecian algunos apoyos sutiles o soterrados a la estrategia rusa que merece la pena comentar y que están ligados a la ultraderecha europea. Antes de ello, y al igual que en las dos secciones anteriores, responderemos a las dos preguntas que nos permiten situar a este bloque:
- ¿Quién es el responsable de la guerra en Ucrania? La responsable del conflicto es la OTAN y sus acciones provocadoras.
- ¿Es necesario enviar ayuda militar a Ucrania? Evidentemente no, Rusia debe recuperar el territorio de habla rusa dentro de Ucrania.
Pero volvamos a lo importante. Lo cierto es que la Rusia de Putin ha tenido numerosos vínculos con diferentes partidos de la ultraderecha europea: con la Liga de Salvini o Forza Italia de Berlusconi, con el Front National de Marine Le Pen, así como con otros partidos de extrema derecha en Austria, Países Bajos o Hungría. Ah, y —¡oh, sorpresa!— con Vox.
Es cierto, no obstante, que la mayoría de estas fuerzas políticas han decidido ocultar sus lazos con el Kremlin para no quedar retratados ante la opinión pública. Aunque, también sea dicho, no todos los partidos de ultraderecha son cercanos a Putin —como el caso de los ultracatólicos polacos o Giorgia Meloni, la primera ministra italiana—, pero no es menos cierto que existen muchos paralelismos entre las posturas de unos y otros. Un marcado conservadurismo en políticas sociales, especialmente en los derechos LGTBI+ y el aborto, y un especial énfasis en las recetas antimigratorias y profundamente racistas.
En cualquier caso, y dejando atrás los lazos con la ultraderecha europea, desde la posiciones prorrusas se argumenta que, efectivamente, la responsabilidad recae sobre la OTAN. Debido a la constante ampliación de bases militares y a la posible adhesión a la OTAN de algunos países cercanos a Rusia, Ucrania inclusive.
Conclusión
La idea, con este breve análisis, era tratar de situar las diferentes posturas ideológicas de los principales partidos y de los medios de comunicación más importantes del país. Es evidente que la creación de estas tres categorías es un arriesgado ejercicio de abstracción que deja fuera a ciertos personajes claves cuyas posiciones son algo intermedias. Véase, por ejemplo, el posicionamiento del excorresponsal de guerra de EL PAÍS, Ramón Lobo. Su opinión es que Occidente debe cooperar militarmente con Ucrania, al mismo tiempo que critica duramente la manera en la que la OTAN ha gestionado su expansión militar en estas tres últimas décadas.
En cualquier caso, parecen emerger tres grandes bloques de los cuales uno es inexistente en Occidente, otro es minoritario y un tercero es prácticamente hegemónico. Existe un consenso generalizado entre los principales partidos políticos y medios de comunicación, en el que el responsable único es Putin. Para ellos, es necesario ayudar militarmente a los ucranianos en una suerte de ejercicio moral por la defensa de los valores occidentales. Siempre nos quedará la esperanza de que esta solidaridad aparezca cuando se trate de regufiados que se ahogan en nuestras costas o languidecen en los centros de internamiento.
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