Camaradería en tiempos de pandemia

Remontémonos a tiempos pasados, antes de la pandemia. A viejas heridas que no han terminado de curarse aunque hayan pasado más de ochenta años. A tiempos en los cuales los hermanos se manchaban las manos con la sangre familiar por pertenecer a las distintas españas que en ese momento estaban en guerra. ¿Por qué ahora? Parece que no hemos aprendido de nuestros errores como pueblo.

Mi abuela me contaba que en otros lugares lo tenían más fácil. Que los vecinos de otros pueblos se avisaban y ocultaban entre ellos cuando un bando u otro iba a hacer su visita al pueblo con ánimos de dar muerte al enemigo. Sin embargo, en la Vega de Granada nunca fue tan fácil. Las disputas por tener más tierras, acumular más riquezas o, simplemente, el odio a otro ser humano por no compartir las mismas creencias conllevaba que no solo no se ocultaran y ayudaran, sino que se denunciaran y sentenciaran a muerte si con esta acción se podía sacar cualquier beneficio.

¿Y qué tiene que ver todo esto con la situación que estamos viviendo? Que las cosas no han cambiado demasiado a día de hoy.

No estamos en guerra a causa de una pandemia mundial como nos quieren hacer creer nuestros políticos. Aun así, es innegable que estamos en estado de alarma, sufriendo la mayor crisis sanitaria que la gran mayoría podemos recordar. Y, ya que no podemos convertir un virus en nuestro enemigo, blandimos la piedra contra nuestro hermano, condenando así a la humanidad.

Hace un par de semanas, salía a tirar la basura. Esta es la única excursión que hago al exterior, y cubre un recorrido de dos calles. Volviendo a casa, con las manos ya vacías, un valiente vecino desde su balcón me deseó que el virus matara a toda mi familia. ¡A ver si así aprendía a no salir de casa! ¿Hasta este punto hemos llegado? ¿Tan fácilmente vendimos nuestra humanidad?

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Y, como mi caso, muchos más. Es cierto que los expertos en salud aconsejan no salir de casa y que está prohibido hacerlo sin justificación, pero ¿es realmente necesario juzgar de esta manera al prójimo por salir sin siquiera conocer el porqué? Hay tantas razones como personas en el mundo, y no las estoy justificando todas; tan solo pido empatía y reflexión.

Peor lo tienen los héroes de la sanidad. Personas que, tras duros días de trabajo, encuentran notas como las de las siguientes fotos, siendo repudiadas por su propia comunidad. Pero el aplauso a las 20:00 h que no falte, ¿verdad? Aunque solo sea como excusa para poner el himno del equipo de fútbol. Y, en las próximas elecciones, vaya usted a votar a partidos en cuyos planes de gobierno figuren los recortes en sanidad. ¿Tan fácilmente vendimos nuestra humanidad?

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Como dijo en su tiempo mi abuela, en otros lugares lo tuvieron y lo tienen más fácil. Nuestros políticos, en lugar de cooperar, dejando disputas de lado en pos de labrarnos un futuro en común, prefieren aprovecharse de la situación para perjudicar al partido rival si ello aporta cualquier beneficio.

Usan los medios de comunicación, en los que muchos hace tiempo que dejaron de ser periodistas para convertirse en panfletistas a sueldo que parecen más interesados en nuevos reclutas para su partido que en informar sobre hechos. Consecuentemente, volvemos a ver familias rotas, separadas por la ideología tan polarizada gracias a este conflicto. ¿Tan fácilmente vendimos nuestra humanidad?

Y es que supongo que las viejas heridas nunca se llegaron a curar y dejaron cicatrices que se abren cuando la piel se tensa.

Esta pandemia va a cambiar mucho la manera en la que conocemos conceptos como la libertad o la seguridad, y es ahora que estamos forzados a ello cuando debemos mirar en nuestro interior y buscar la esencia. Para que, cuando esta pandemia acabe, podamos mirar al exterior y ver al vecino como a un hermano y no como a un enemigo.


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