Desarraigo del feminismo y perspectiva interseccional. Qué queremos nos(otras)

Dentro de la colectividad de mujeres a las que ampara el feminismo, la agenda política, la base catedrática y la producción de material teórico proviene mayoritariamente de las reivindicaciones que parten de la premisa de un universalismo mujer afectada solo por la categoría género y el sistema de dominio patriarcal.

No obstante, he de destacar la carencia del poder movilizador del feminismo hegemónico e ilustrado como corriente con mayor altavoz político para con nos(otras). Esto se debe, en primer lugar, a un problema de conceptos. Al intento de homogeneizar nuestra lucha. Hablemos de tipos de feminismo en calidad de «movimientos dentro del movimiento» que han buscado su propia forma de identidad y pertenencia. En segundo lugar, es una cuestión de desarraigo. Se ha popularizado el término «interseccionalidad», pero sigue manteniendo poca practicidad en la agenda política. El debate está en si tiene cabida abrir frente contra un sistema que no sean únicamente el patriarcado y la opresión basada en el género.

DESARRAIGO DEL FEMINISMO COMO MOVIMIENTO

Me remito a las palabras de Ariana Alonso Celorio, redactora y cofundadora de Rebelión Feminista. Argumentaba que, al tratar al colectivo disca desde el paternalismo, no se concibe que puedan luchar por sus derechos sin tutelaje. Así, se siembra en el imaginario colectivo la idea de que son un colectivo pasivo que aprovecha los avances sociales «concedidos» por el resto.

Cuando hablamos de interseccionalidad, pocas veces interpelamos al capacitismo. No obstante, esta es mi oportunidad de citar a una de las activistas más dedicadas que conozco en este tema.

Esa profunda sensación de desarraigo que hemos experimentado en varios espacios feministas se debe a que existe una falsa idea de inclusión. Pero lo cierto es que algunas demandas no se conciben como propias. No se trata de un «únete a nosotras y aprende feminismo desde el nivel principiante», ¡y venga a leer ensayos de las teóricas más relevantes! Ensayos, que, por cierto, mantienen un sesgo académico, etnocentrista y eurocentrista. De este modo, la interesección con otros sistemas de opresión no es menester en las formulaciones estratégicas del movimiento.

Nos(otras) estamos fuera de los espacios públicos y de la toma de decisiones. Se ha vilipendiado tantísimo nuestra historia que desconocemos a nuestras referentes. En ocasiones, servimos de token¹. Por ello, la periodista y escritora Desirée Bela-Lobedde se ha manifestado al respecto, y describe esto como la instrumentalización de las mujeres racializadas.

No podemos hablar de interseccionalidad sin mencionar a Kimberlé Crenshaw, Audre Lorde, Gloria Jean Watkins ​—conocida como «bell hooks»—, Angela Davis o Michele Wallace. Sin embargo, grandes mujeres, con aportes valiosos, resultan lejanas en nuestro contexto geopolítico. Las reivindicaciones en EE. UU. no son las mismas que en Europa, en África o en Abya Yala ⁽²⁾.

I cant breathe

Y he aquí otro gran dilema: el poco alcance de las producciones teóricas del feminismo periférico. Estas siguen sin recibir el mismo aprecio —sin quitar mérito a las que ya circulan en los catálogos de «indispensable» para el calendario de Adviento feminista—. Muchas de esas producciones teóricas se quedan en la barrera, lingüística o geográfica, por el poco reconocimiento que han tenido en la cultura occidental. Y, a mi parecer, eso es un equivalente a la destrucción de la Biblioteca de Alejandría.

Laura-Mercedes Oyhantcabal mencionaba en su artículo Los aportes de los feminismos decolonial y latinoamericano cuán importante es fomentar la circulación de nuestros textos y citarnos. De este modo, se le da reconocimiento a esa producción de conocimiento. Igualmente, también es importante e imprescindible elaborar un recorrido genealógico. Y, a este respecto, cabe citar a Esther (Mayoko) Ortega. La historiadora pronunciaba en la II Semana Antirracista del Ministerio de Igualdad que «la interseccionalidad no debe entenderse de una forma ahistórica y deslocalizada».

En palabras de Yuderkys Espinosa Miñoso, hacer interseccionalidad no es dar una interpretación del eje de dominación fundamental de género y dar otra interpretación de la raza, señalando que además del patriarcado nos afecta el racismo. Se trata de entender que el género siempre está condicionado por la colonialidad y la estructuración racial del mundo. A lo que añado que solo así podremos deconstruir su estructura y abolirlo, ya que es inverosímil proyectarnos solo en términos de género.

Quizá las respuestas a muchos de los rompecabezas de la lucha feminista estén ahí, en la periferia. En planteamientos sobre cómo descolonizar el género de María Lugones o de Oyèrónkẹ́ Oyěwùmí ⁽³⁾, que cuestionan el fundamento epistemológico occidental.

Ante una cátedra predominante, debemos mantener un entrenamiento de deconstrucción constante. Y eso implica cuestionarnos, desargumentarnos. Teorizar con posturas contrarias o disidentes hasta llegar a ese momento idílico en el que no tengamos que enfrentarnos a la blanquitud como el constructo social que nos desagencia, ejercitando así un racismo discursivo, interiorizado y normalizado.

⁽¹⁾: Tokenismo se usa para referirse a esa inclusión simbólica que consiste en hacer pequeñas —y superficiales— concesiones a grupos minoritarios para evitar acusaciones de prejuicio y discriminación. Esta práctica es generalmente ejecutada por personas que incorporan un número mínimo de miembros de grupos minoritarios para generar una ficción de igualdad o diversidad y dar una imagen progresista.

⁽²⁾: Nombre del continente americano antes de su colonización, que ha sido retomado para reforzar su connotación anticolonial.

⁽³⁾: Libro La Invención de las mujeres. Una perspectiva africana sobre los discursos occidentales del género, de Oyèrónkẹ́ Oyěwùmí.

NOS(OTRAS) LAS RACIALIZADAS Y MIGRANTES

Una de nuestras premisas como feministas es romper techos de cristal. Es ocupar más espacios en las estructuras de poder y hacernos con todo aquello que ha sido desposeído. Sin embargo, cuestiónate cuántas mujeres racializadas y/o migrantes ocupan puestos de funcionarias, cargos públicos, cargos de relevancia. Apuntar al racismo institucional y estructural, concretamente en el marco español, es la fuente de los sesgos que presenta este país para con nos(otras).

Quisiera empezar señalando dos cuestiones que emanan directamente del artículo 23 de la Constitución Española con relación al 13.2, y que pocas veces entran en discusión.

De acuerdo con el artículo 23.2, los ciudadanos tienen derecho a acceder en condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos, aunque esto solo aplica a españoles (13.2 CE). En otras palabras, significa que las personas con residencia, así sea permanente, no pueden optar a oposiciones para convertirse en funcionarios públicos. Y bien sabemos que el sector público es ampliamente demandado por la estabilidad laboral que supone.

De igual manera, se recoge la muletilla del artículo 13.2 CE de «solamente los españoles» en el apartado 1 del artículo 23 sobre el sufragio activo y pasivo, dándose alguna excepción en el caso de las elecciones municipales, donde dependerá de los convenios de reciprocidad. Dado que se acerca la temporada electoral, qué mejor momento para tenerlo en cuenta.

Desarraigo del feminismo y perspectiva interseccional. Qué queremos nos(otras)

Desde 2019, Safia El Aaddam, escritora y activista, impulsó las campañas #VOTARESUNDERECHO, #TECEDOMIVOTO y #VOTARESUNPRIVILEGIO. Tuvieron gran acogida y han permitido que más de 2000 personas migrantes llevaran su voto a las urnas por medio de personas con nacionalidad que deseaban abstenerse de votar. Aun así, la idea principal sigue siendo denunciar la burocracia y el coste excesivo de los trámites de nacionalidad. De hecho, me atrevería a agregar el ser más laxos sobre quién puede votar, independientemente de tener NIE o DNI. Pero, por supuesto, todo esto pasa por un complicado entramado jurídico. Cabe la siguiente pregunta entonces: ¿es el voto un derecho o una prerrogativa?

En la misma línea, se supone que el plazo administrativo de resolución de un trámite en las oficinas de extranjería es de tres meses. Pasado ese tiempo, se considera silencio administrativo negativo, ante lo cual se puede interponer recurso. En la práctica, estos expedientes se suelen demorar más de tres meses, más de otros tres meses en los que llevas el susto en el pecho —y lo digo por experiencia— de si será concedido o no. Y, en caso de ser concedido, el tiempo que se demora expedir la tarjeta. Imagina no tener un documento de identidad durante todo ese tiempo, cuando se suele necesitar para todo. No tener matrícula en el sistema educativo, empleo en caso de tener permiso, seguridad social… Es decir, explicándolo muy resumidamente, una odisea.

Gran parte de esa odisea tiene su origen en la Ley sobre Derechos y Libertades de los Extranjeros en España y su Integración Social. Es también conocida como Ley de Extranjería. Aquí voy a dejar una unpopular opinion —jerga tuitera—; y es que, aunque la tendencia de los movimientos antirracista y afrofeminista en España es abogar por su derogación, a mi parecer la ley debe pasar por una reforma o proceso de flexibilización que mejore las condiciones de las personas migrantes, mas no ser derogada —por el momento—.

Nuestro ordenamiento jurídico no está preparado para esa derogación. Se puede comprobar tan solo teniendo en cuenta toda la adaptación que debe aplicarse a la política migratoria actual que, como bien hemos visto en el caso de Ucrania, tiene concesiones para unos y no para otros. A corto y medio plazo, necesitamos propuestas que sean escuchadas tanto por el Gobierno como por el interés de la Unión Europea. Las peticiones de concesión de asilos en la frontera sur y los cierres de los CIE son peticiones de gran envergadura, primordiales para garantizar el Estado de Derecho. Pero, desgraciadamente, tratamos con una estructura deshumanizante y deshumanizada, por lo que la estrategia debe trazarse desde la conveniencia de los poderes públicos.

Por otro lado está la burocratización de los procesos de homologación de titulaciones que permitan seguir ejerciendo la misma profesión estudiada en otro sistema educativo. Muchísimas mujeres migrantes se encuentran con esta traba de plazos de homologaciones excesivos. Y, mientras tanto, sus opciones de empleo se reducen a camareras de piso, a cuidados de personas dependientes y al trabajo doméstico (de otros hogares).

Probablemente me deje alguna otra cuestión en el tintero. Pero, en definitiva, queremos nuestra validación como sujeto político, ampliando las peticiones ajustadas a nos(otras). Es por eso que hemos construido nuestros espacios, feminismos dentro del feminismo. Hemos comprendido que sí, nos une y nos oprime el género, pero también nos oprimen la raza, el capital, las fronteras, el capacitismo, la cisheteronorma… sistemas que convergen entre sí y crean particularidades que deben ser abordadas, porque alimentan también al sistema patriarcal. Visibilizar la heterogeneidad dentro del feminismo nos recuerda los privilegios que ostentamos entre nosotras mismas. Debemos aprender de las prácticas de resistencia de nuestras compañeras, hermanar nuestras luchas y construir una alianza estratégica que se fundamente en la coalición de ese(esos) feminismo(s).

Desarraigo del feminismo y perspectiva interseccional. Qué queremos nos(otras)

Comentarios

Deja un comentario

Algunas funciones de esta web usan cookies para ejecutarse correctamente. Actívalas para una experiencia óptima.    Ver Política de cookies
Privacidad