Hoy, 19 de octubre, se celebra el Día de las Escritoras, organizado por la Biblioteca Nacional de España, la Asociación Clásicas y Modernas y la Federación Española de Mujeres Directivas. Es un día en el que se reivindica y visibiliza la figura de las autoras, y tiene como propósito la difusión de sus legados y la denuncia de las dificultades a las que éstas se enfrentan aún en la actualidad.

El tema sobre el que se estructurará esta edición es «El esfuerzo cotidiano de las mujeres». Estará comisionado por Elvira Lindo, escritora de renombre especialmente conocida por ser la creadora de Manolito Gafotas. De este modo, a las 19:00 horas se podrá escuchar una selección de textos, entre los que podremos escuchar las palabras de autoras como Teresa de Jesús, Rosalía de Castro, Concha Méndez o Ana María Matute.

Podréis asistir a través del siguiente el enlace:

Además del Día de las Escritoras, también se realiza a lo largo de octubre la propuesta en redes #LeoAutorasOct. Se trata de una iniciativa que surgió en 2016 de la mano de Laura S. Maquilón y Carla Bataller Estruch, quienes crearon este hashtag. Su intención era dedicar este mes a la lectura de diferentes escritoras y compartir esta experiencia reivindicativa con todos aquellos a los que les pudiera interesar. Así pues, encontraréis una serie de propuestas en su página web, como el bingo que podemos ver a continuación:

foto escritora reto calendario
Imagen de Laura Soriano que puedes encontrar en el siguiente enlace https://leoautorasoct.wordpress.com/2020/09/07/sumate-al-reto-leoautorasoct-2020/

Estas dos iniciativas ya llevan realizándose consecutivamente cinco años. Son, de hecho, un muy buen ejemplo de los tipos de iniciativas que se están desarrollando en nuestro país para reclamar los espacios que, ciertamente, se nos han negado a los diferentes colectivos de los márgenes durante mucho tiempo —en este caso a las mujeres—. Por lo tanto, es necesario que revisemos nuestros imaginarios colectivos y ampliemos el canon, tanto rescatando a todas aquellas que fueron silenciadas como creando redes de apoyo en las que nuestra cultura se amplíe y por fin acepte lo que siempre ha estado ahí.

«Así que pregunto, y preguntaré todas las veces que haga falta:¿qué tiene que pasar para que reconsideremos definitivamente el modo en que la literatura ha sido dominada por una visión reducida del mundo, para que nos demos cuenta de que
nuestras ideas de grandeza se ven afectadas por nuestra necesidad de creer que somos grandes, como también lo son nuestro género y nuestra nación, y para que la pluralidad radical nos parezca emocionante y bella y no una amenaza para nuestro frágil ser?»

Jessa Crispin en Cómo acabar con la escritura de las mujeres

En este sentido, es importante señalar cómo no debemos dejar que esta serie de iniciativas se queden en algo anecdótico, sino que supongan un cambio efectivo. La realidad es que, desgraciadamente, a pesar de los notables avances de las últimas décadas, los estudios muestran que la representación femenina es escasa; por ejemplo, con datos como un ínfimo 6% en libros de texto de Educación Secundaria en el bloque de «educación literaria» (1), que abarca ni más ni menos que del siglo XII al XX. Debemos preguntarnos a qué se debe esa falta de representación histórica y cuestionar respuestas fáciles como los cambios en valores o, peor, la inexistencia de mujeres en la cultura.

Los avances que vemos hoy no ocurren por ciencia infusa, sino que son el resultado de una cadena de acontecimientos y de una genealogía que van más allá de lo recogido por la historia convencional. Igualmente, en la actualidad, las mujeres creadoras se siguen enfrentando a retos tan evidentes como la prevalencia de la etiqueta «mujer» por encima de la de su profesión o arte. Esta etiqueta va ligada a su vez a connotaciones negativas tales como la sentimentalidad desbordada, la cursilería o una delicadeza malentendida:

«Las mujeres, en cambio, son vistas ante todo como mujeres, lo que supone negarles tanto la individualidad como la universalidad. Por eso —porque la cultura patriarcal atribuye a las mujeres una identidad tan abrumadora como predeterminada, tan determinante que no deja sitio para nada más: ni para la singularidad individual ni para representar algo más que a sí mismas—, una mujer no puede ser «escritor(a) a secas» si no es renegando de su sexo, en todas las acepciones o manifestaciones imaginables».

Laura Freixas en Cuentos de amigas

Para concluir, me gustaría poner mi granito de arena haciendo una humilde recomendación de lecturas —inspirada en mis lecturas del último año—, la cual es totalmente subjetiva y queda abierta a nuevas sugerencias:

  1. El libro de Gloria Fuertes: antología de poemas y vida; edición de Jorge Cascante; editorial Blackie Books.
  2. Cristales de tiempo, de Elena Garro; edición y estudio preliminar de
    Patricia Rosas Lopátegui; editorial La Moderna.
  3. Memoria de la melancolía, de María Teresa León; editorial Renacimiento.
  4. Cuentos de amigas, de Laura Freixas; editorial Anagrama.
  5. La azotea, de Fernanda Frías; editorial Tránsito.
  6. Rotundamente negra y otros poemas, de Shirley Campbell Barr; editorial Torremozas.
  7. Territorio de luz, de Yuko Tsushima; editorial Impedimenta.
  8. Mujercitas, de Louisa May Alcott; publicada por varias editoriales a lo largo de la historia.
  9. Cumbres borrascosas, de Emily Brontë; publicada por varias editoriales a lo largo de la historia.
  10. El coloquio de las perras, de Luna Miguel; editorial Capitán Swing.

(1) Las mujeres y el canon de Laura Freixas, conferencia disponible en:

Imagen de portada:

https://www.instagram.com/leermujeres/?hl=es


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