Chicas acampando durante días en la cola de una taquilla para conseguir entradas para un concierto, gritando con la cara pintada con el nombre de su miembro favorito del grupo y afirmando que venderían a alguien de su familia por conocer a sus ídolos. Así es como se lleva retratando durante décadas a las fans adolescentes de las boyband de cada momento, ya sean los Beatles, los Backstreet Boys, One Direction o, la banda surcoreana BTS.
Sin embargo, ahora cualquier cincuentón sabrá tararearte Hey Jude y no dudará en calificar a la banda inglesa como pionera y uno de los grandes referentes de la música del siglo XX. ¿Se extienden estas alabanzas a las chicas adolescentes que los adoraron? ¿Se las ve como visionarias de un grupo que décadas después la revista Billboard calificaría como de los más influyentes de todos los tiempos? No, porque se sobreentiende que a las fans les gustaban los Beatles por las razones equivocadas.
Que no se tome en serio a una mujer no nos pilla por sorpresa en 2021. Pero si eres adolescente, absolutamente todo lo que te guste se reducirá a ñoño, cursi y banal. Yo, hace no mucho tiempo fui una adolescente, fan de los Jonas Brothers. Mi preferido era Nick, por supuesto. Pero he de reconocer que no fui buena fan. Y es que antes si eras fan de una boyband eras una loca que solo se regía por las hormonas sensibleras y no tenías buen gusto musical. Así que después de un par de años soportando pequeñas burlas me avergoncé y dejé de escucharlos. Me pasé al reggae y al rock de los 70, que me hacían parecer más culta y se me tomaba más en serio.
Ahora, viéndolo desde la distancia y en medio de una ola feminista, reconozco qué fue lo que me llevó a tomar a esa decisión. Ahora puedo ver con horror que cuando eres una adolescente se te toma como suficientemente mayor y desarrollada como para ser objeto de deseo sexual y que hombres mayores ya empiecen a mirarte las piernas, y tengas que taparte los hombros y el escote en presencia de familiares masculinos, pero no lo suficiente como para tomar decisiones y tener gusto musical.
Pero incluso en los casos donde el único motivo para escuchar y adorar una boyband sea porque sus miembros son guapos y carismáticos… ¿Cuál es el problema? Para una adolescente heterosexual o bisexual, estos grupos pueden ser precisamente el único espacio donde no son el objeto mirado y deseado. Incluso, se convierten en el sujeto activo, el que mira y desea, el que juzga y no el juzgado. Y sí, aunque existen casos en los que alguna fan se ha pasado de la raya, generalizar este comportamiento solo sirve para estigmatizar ese espacio.
De hecho, ahora muchos de estos fandoms se han convertido en refugios feministas, antirracistas y pro-LGTBIQ+. Uno de ellos es el de la banda de k-pop BTS. A pesar de que la industria musical donde se enmarca dista mucho de ser perfecta, sus siete miembros ofrecen una narrativa de amor propio muy alejada de la masculinidad tóxica imperante en Occidente. Y va más allá, su grupo de fans, llamado la “ARMY”, utiliza su poder en las redes como arma de activismo político. En 2020, fueron capaces de recaudar un millón de dólares en apenas veinticuatro horas para el movimiento “Black Lives Matter“. Del mismo modo que inundaron los hashtags racistas en Instagram y Twitter con fotos del grupo surcoreano para diluir los mensajes supremacistas.
También fueron ellas las que estuvieron detrás de la humillación al expresidente Trump el pasado verano, quien estuvo presumiendo que había vendido un millón de entradas para un mitin y solo se presentaron 19.000 personas. Resultó que la ARMY había liderado una campaña donde alentaba a otras fans a comprar entradas para luego no asistir… ¡Lo que son capaces de hacer un grupo de adolescentes infravaloradas!
Yo he de confesar que, después de reflexionar sobre la misoginia interiorizada que me llevó a abandonar a los Jonas Brothers, me he convertido en una fan de BTS. Y qué liberación. Escucho sus canciones a todo volumen mientras conduzco, veo sus entrevistas en YouTube y comento con mi amiga fan de confianza las últimas noticias sin avergonzarme de lo más mínimo. Además, según he podido comprobar, mis 25 años no me hacen la más vieja del fandom ni de lejos.
Por eso me gusta pensar que en este espacio nos juntamos las fans de las antiguas boybands, las de los Beatles, las de los Backstreet Boys, las de One Direction, las de los Jonas Brothers. Porque ojalá hubiéramos tenido una banda como esta en nuestra adolescencia: chicos que cantan sobre el amor a uno mismo, que visten blusas preciosas y que aplauden el activismo político de sus fans. Y ojalá todas hubiéramos sabido que esos comentarios para avergonzar a las adolescentes no son más que machismo y desprecio a las nuevas generaciones. Yo creo que las que son adolescentes ahora lo saben. Si han podido con el presidente del país más poderoso del mundo, seguro que podrán con el comentario rancio de un cincuentón.
Deja un comentario