Me tocó escribir y escribí de él. Pero su historia también es la historia de 828 familias víctimas de la socialización del terror. Se llama Miguel Ángel Blanco y hace 23 años fue asesinado por la banda terrorista ETA, del euskera «País Vasco y Libertad». La organización terrorista nacionalista vasca que se proclamaba abertzale y revolucionaria había comenzado su actividad criminal en 1968 con el objetivo de construir un Estado socialista en Euskal Herria independiente de España y Francia.
A partir del año 95, ETA puso el foco en los cargos públicos de los partidos constitucionalistas y, tras la muerte de Gregorio Ordoñez ese mismo año, el Gobierno comenzó a adoptar mayores medidas de seguridad.
La liberación el 1 de julio de 1997 del exfuncionario de prisiones José Antonio Ortega Lara gracias a la Guardia Civil, tras 532 días de cautiverio, fue un duro golpe al corazón de la banda terrorista y el detonante para el secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco.
El que en aquel momento era concejal de la localidad vizcaína de Ermua por el Partido Popular fue localizado en su trayecto al trabajo el jueves 10 de julio a las 15:30 por miembros del comando Donosti. Tres horas después, los etarras pidieron el acercamiento de los presos de ETA a las cárceles del País Vasco a través de un comunicado. El comando dejaba claras sus intenciones: si, antes de las 16:00 horas del sábado, el Gobierno, presidido por José María Aznar, no llevaba a cabo el acercamiento de los presos, ejecutarían a Blanco.
Este ultimátum provocó la mayor reacción ciudadana jamás vista. Se calcula que unos 6 millones de personas en todo el país salieron a la calle para pedir la libertad de Miguel Ángel Blanco durante las 48 horas que ETA le tuvo secuestrado. Una contestación social al terrorismo y sus simpatizantes, el conocido como Espíritu de Ermua. Una defensa unánime, de norte a sur, por la libertad y contra el totalitarismo, donde los partidos constitucionalistas se unieron en el dolor y la tragedia.
El sábado 12 de julio a las 16:50, ETA cumplía su palabra disparando dos tiros en la nuca al concejal popular. En palabras de su hermana Mari Mar Blanco: «perdimos a mi hermano, pero ganamos libertad».
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