amorosa

Movimiento #1: Lejanía Amorosa

En medio de la noche, escuchas la lejanía, el resuello de la oscuridad y el susurro del agua en la playa, de la noche con la montaña, de las estrellas con el agua, de la silueta con la mirada. Incluso, si te quedas en silencio logras escuchar los latidos del corazón. Seguro que ese pum-pum que trae el silencio se convierte en un tamboreo movimiento de amorosa paz.

Va a ser la 1:30 h de la mañana y estoy a punto de levantarme. Duermo estrictamente lo necesario. Tres horas son suficientes, o eso decía Aristóteles. No sé si la vida les pasa por encima, o la naturaleza de la noche, que esconde tan mágicas maravillas y bellos recuerdos, hacen que se goce con los movimientos nocturnos. Qué extraño que a veces nos dedicamos a desperdiciar el tiempo en tareas subalternas, en dormir, comer, o incluso vaguear todos los días. Existe una gran diferencia entre descansar y vaguear decían. Y ya sé que la vida es muy corta, pero la noche parece que vive a media vida.

Y no crean ustedes que aprovecho todas las horas de tranquilidad y silencio para dedicarme a cavilar sobre los grandes temas de la angustia cósmica, como la lejanía amorosa, las cavilaciones de Kierkegaard o las desavenencias sociales. La mayoría de mis noches, recuerdo; otras, juego con el viento; y algunas más, escribo canciones que no sé entonar para dedicar en cumpleaños. Y aprovecho el ritmo, para desear un feliz cumpleaños…

El no dormir, y el tanto pensar, hacen que el tiempo pase más lento, lo que significa que se vuelve incluso más productivo. Sin darte cuenta, el reloj marca las 3:00 h de la madrugada. Agudizo las orejas, como el tigre en la penumbra, como aquel que acecha una presa haciéndose el distraído. De noche, cuando la humanidad duerme, a orillas del mar Caribe uno puede escuchar el silencio que viene envuelto con la brisa. Se oyen los silencios del movimiento, de lo amoroso y de la lejanía. Lo mejor de todo es que no se oye la voz de nadie, salvo la de una lechuza trasnochada que está emitiendo sus craqueos en el campanario de la iglesia vecina. Qué cómico, pues parece que otra le responde desde el poste del alumbrado público. Por mis conocimientos del lenguaje lechucístico, me parece que se están haciendo requiebros de amor.

Son las 6:00 h de la mañana. El mundo renace a mi alrededor. Entonces contemplo el amanecer al otro lado de la bahía, donde asoma el sol como una gran yema de huevo, más allá de los cerros y del mar. El agua, el cielo, el aire y hasta los muebles de la casa se ponen amarillos, con un color ambarino espeso. Pensar que ese era el mismo sol que acompañaba la mañana en Europa. Y así, no hay una sola nube. Diez minutos después pasan volando los primeros pájaros de la mañana. Viajan juntos alcatraces y gaviotas, en una pacífica comunidad, a pescar su desayuno. En ese preciso momento me siento a escribir con el espíritu en paz porque acabo de comprobar que la vida no consiste en quedarse dormido para tener un sueño. La verdadera vida consiste en soñar despierto.


Comentarios

Deja un comentario

Algunas funciones de esta web usan cookies para ejecutarse correctamente. Actívalas para una experiencia óptima.    Ver Política de cookies
Privacidad