foto gente trainspotting

Trainspotting y Skagboy

Cuando leí Trainspotting (palabra que en su película y libro significa buscar la vena que te queda para pincharse) no había visto la película, y hubiera dado igual porque la impresión es bastante diferente. La película se centra en el problema de las drogas como una elección individual. En cambio, el libro te deja claro el problema: es imposible salir de ellas si el entorno en el que estás no parece que te deje otra elección.
Tanto la película como el libro muestran muy bien el problema del caballo. Solo que tal vez Trainspotting es un libro que sería mejor adaptarlo a una serie debido a su enorme elenco de personajes (en la película solo se centra en una parte de la historia). Además del muy marcado contenido político del libro y la relación de casi todos los elementos con diferentes canciones de música de la época.
Por si alguien está interesado, hace años recompilé las 45 canciones que salían en el libro en esta lista de Spotify. Como ejemplo, hace cinco años escribí un texto en mi blog explicando que el monólogo de Elige una Vida (“Choose life. Choose a job. Choose a career…”). Este monólogo marca una oposición al movimiento inicialmente antidrogas Choose Life de principios de los 80. Dichas camisetas fueron diseñadas por Katharine Hamnett y las podíamos ver en videoclips como el Wake Me Up Before You Go-Go de Wham! o en el batería de Queen en el videoclip Hammer To Fall.
El problema, como cuento en ese texto, fue que a pesar de Katharine Hamnett y su oposición a Thatcher, ella nunca aclaró del todo el significado de la frase de sus camisetas. Esto hizo que los medios le dieran el sentido de campaña antidrogas y del antisuicidio. Además, los movimientos antiabortistas decidieron apuntarse a la fiesta. Irvine Welsh, con ese discurso en la boca de un adicto a la heroína, estaba lanzando una crítica a la mala vida que provocaba el thatcherismo, y al discurso de no hay alternativa (“There is no alternative”).

Supongamos que conoces todos los pros y los contras. Sabes que vas a tener una vida corta. Estás en posesión de tus facultades, etcétera, etcétera, pero sigues queriendo utilizar el caballo. No te dejarán hacerlo. No te dejarán hacerlo, porque lo verían como una señal de su propio fracaso. El hecho de que simplemente elijas rechazar lo que tienen para ofrecerte. Elígenos a nosotros. Elige la vida. Elige pagar hipotecas. Elige lavadoras. Elige coches. Elige sentarte en un sofá a ver concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu, atiborrándote la boca de puta comida basura.

Elige pudrirte en vida, meándote y cagándote en una residencia, convertido en una puta vergüenza total para los niñatos egoístas y hechos polvo que has traído al mundo. Elige la vida. Pues bien, yo elijo no elegir la vida. Si los muy cabrones no pueden soportarlo, ése es su puto problema. Como dijo Harry Lauder, sólo pretendo continuar así hasta el final del camino… (Trainspotting, Irvine Welsh)

A principios de esta década, Welsh decidió dejarse de malas secuelas como su libro Porno, o de reutilizar a los personajes como papeles secundarios, y crear la precuela de Trainspotting. Y lo más importante: lo hizo muy bien, tanto que me gustaría llegar a ver una versión de este libro en película porque por muy diferente que saliese, estoy seguro de que seguiría quedando bien.

Así, Skagboys es un libro con una carga política importante. Comienza con una huelga de mineros contra las políticas de cierre de minas de Thatcher. El padre de Renton es minero, y la huelga acaba con una batalla campal con la policía. Además, está repleto de canciones y el protagonista, Mark Renton, narra su historia de principio a fin.

De esta manera, podemos ver a Mark Renton como un chico joven, de clase obrera, de izquierdas, feminista, muy leído y muy listo, con su pareja ideal y a punto de entrar en la universidad. Durante el libro podemos leer cómo las políticas de Thatcher lo arruinan todo, no solo a Renton. La familia de Renton pasa por un mal momento en el cual la muerte de su hermano deficiente desencadena lo peor y Renton comienza a perder el control. No hay trabajo decente, la vida comienza a perder sentido y lo único que parece llenarlo es la droga; y cada vez más hasta que Renton encuentra la heroína.

También observamos la cierta evolución del resto de personajes de Trainspotting. En Sick Boy podemos ver su escalada a cada vez más manipulador con las mujeres. Franco Begbie nos presenta su escalada de violencia. Spud también entra en las drogas. En esta ocasión, todo está muy centrado en la vida de Renton y sus amigos en esos años antes de Trainspotting. No obstante, también aparecen nuevos personajes, y algunos se enlazan con diferentes historias de Trainspotting, que enriquecen la historia de ese libro. Al igual que sucede con la primera, Skagboys es una novela de la que no podrás despegarte hasta acabarla.

En mi opinión, ambos libros son muy recomendables hoy día, y más con la crisis que estamos pasando. Hay que entender cómo todo nuestro entorno se va deteriorando, cómo es esa sensación en la que parece que no hay alternativa (¡aunque sí la hay!). Además de cómo perdemos amistades y a gente cercana (Trainspotting también trata sobre la epidemia del SIDA, además de los problemas de los movimientos nacionalistas conservadores de Reino Unido contra el IRA) y de cómo se añora el pasado… Y demás cosas que tanto nos están deprimiendo.

Las historias de estas novelas de vez en cuando te hacen soltar una carcajada. Otras, mientras estás enganchado, te hacen llorar. Además, el final de Trainspotting, te motiva a salir de la monotonía e intentar hacer cambios para buscar una situación mejor.

Creo que es una buena experiencia leerlos hoy día. En un presente en el que nuestra política está tan fuertemente polarizada que parece que Twitter sea solo bueno para odiar a gente de un bando u otro de manera cruel y descarnada. Por lo menos yo echo mucho de menos eso de ser constructivos, y rechazo ese cinismo del RT del ‘zasca’. Es más, he llegado a rechazar la palabra zasca a un alto nivel.

Tanto en Skagboys como en Trainspotting, Begbie es un tipo lleno de odio, pero el resto de sus amigos no dudan en ir todos a una. Incluso Begbie, a pesar de no ser adicto a la droga, no duda en seguir juntándose con sus amigos. Esto parece impensable hoy día. Actualmente lo normal da la sensación que debería ser ver a todos los amigos peleándose entre ellos por un asunto menor. Las relaciones humanas antaño eran muy sólidas, y en cada barrio había una comunidad fuerte, pero actualmente el individualismo lo copa todo. Las comunidades de vecinos parecen un estorbo innecesario, y con las redes sociales las opiniones individuales son demasiado importantes.

El individualismo forma parte de las políticas liberales que han ido llenando nuestras vidas. A muchas personas les da la sensación de que pueden vivir aislados sin saber nada de qué sucede en la política de su país, pero la realidad es otra: justo cuando no te quieres enterar de nada de la política, la política te influye más, porque no sabes de dónde vienen las ideas nuevas de tu entorno que aceptas sin crítica.

Un ejemplo de esto es justo lo que sucede con YouTube y sus recomendaciones. Como cuando estás tan tranquilo escuchando música en esta aplicación y aparece un documental y lo ves. Y luego aparece una recomendación de un vídeo conspiranoico, y luego otra de un vídeo lleno de odio de, casualmente, un portavoz de la extrema derecha.

En las últimas décadas hemos aceptado sin crítica alguna el modo de vida del neoliberalismo que convierte la sociedad en desigual, además de marcar todos los problemas como individuales (incluso cuando deberían ser asuntos de negociación colectiva). Hoy día tanta gente que parece razonable y se define como centrista poco a poco son desplazadas hacia la derecha sin siquiera pensarse dos veces los argumentos que les están vendiendo. Al final es la política y su propaganda la que lo determina todo.

Necesitaría años para escribir un análisis tanto musical como político de estas novelas de Irvine Welsh. Y aún así me quedaría material para investigar. Welsh escribió Trainspotting directamente en escocés en pleno 1993. Lo escribió pensando tanto en su tiempo como si su lector hubiera sido muy activo políticamente en los años de Thatcher y pudiera pillar la gran mayoría de referencias musicales. Hay que leerlo escuchando su música, leyendo sus letras, investigando un mínimo de detalles políticos de la Escocia de aquellos años.

En 1993, el patriotismo británico estaba en horas bajas. Poca gente podía mirar la bandera británica sin recordar los años de crisis, o las largas listas de paro que Thatcher se dedicó a maquillar cada vez con más esmero. Hasta el punto que en 1993 tuvo que llegar el movimiento musical britpop. Esto fue un intento de devolverle a la juventud británica el patriotismo como un estilo de vida guay y divertido e intentarlo desvestirlo del duro conservadurismo que había acabado con toda una generación enganchada a la heroína. Porque la política y la música en Reino Unido no están tan separadas como puede parecer desde fuera.

De cualquier modo, el britpop fue un movimiento que entraría en decadencia. Otra generación musical de británicos llegó para rechazarlo y definirse como rock o pop alternativo, el auge del indie. Actualmente, nadie dice que sus influencias son Oasis, ni Suede, Blur o Pulp, a menos que se refieran a discos de cuando esas bandas se separaron del britpop.

El movimiento acabo siendo varias cosas. Por un lado, una máquina de las discográficas para sacar billetes, y canciones de las que abusan ciertos programas mañaneros de Radio 3 como si el tiempo se hubiera congelado en ese momento. Por otro, una parodia, ridiculizado por una gran parte de los británicos, pero el efecto de vender el patriotismo británico a toda una juventud de los 90 hizo su efecto.

Muchos crecimos a finales de los 80 y principios de los 90 viendo cómo la música patriótica británica desembarcaba en nuestro país. Cuando en España con la bandera siempre hemos sido más de la actitud que los Sex Pistols tenían hacia su reina. Aún así, triunfó al punto de que conozco gente que tenían banderas británicas colgadas en su habitación con posters de bandas de britpop.

¿Qué nos deparará el año que viene? Ni idea, pero como veis, la cultura hay que tratar de conservarla si queremos saber en qué momento de la historia estamos. Así sabremos comunicar a futuras generaciones qué fue realmente de nosotros por si la memoria nos falla o el extremismo nos acaba cegando.

trainspotting ilustración
Imagen de kasiQ Jungwoo encontrada en Flicrk

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