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ARTÍCULOS Social y Política

Vomitar nuestro consumidor

Autor: Adán Nada
Correctora: Laura De Buen Visús

Alternativas al sistema capitalista

¿Huir del capitalismo o vomitar nuestro consumidor?

Cuando se inició la línea temática con la que cerraremos este año desde La Independiente, «alternativas al sistema capitalista», pensé en llevar a cabo un artículo sobre el concepto de ecoaldea. Podría mencionar algunas ecoaldeas internacionales, como Findhorn en Escocia, Helsinge Haveby en Dinamarca o Damanhur en Italia. O podría hablar de la situación en España con la RIE (Red Ibérica de Ecoaldeas) y algunas de las ecoaldeas, como la localidad de Matavenero en León, o del proyecto de reconstrucción de la antigua aldea de Fraguas, en Guadalajara. Incluso podría haber incluido alguna digresión para hablar de la comuna anarquista danesa de Christiania, cuya independencia ha sido reconocida por Dinamarca.

Pero cada vez soy más consciente de la importancia de empezar por uno mismo, por el tiempo y el espacio que habitamos. Yo mismo, viviendo en medio del sistema capitalista, soy beneficiario de sus dulces, víctima de sus malas costumbres y contribuidor en la destrucción. ¿Qué puedo hacer para encontrar alternativas al sistema capitalista o, al menos, opciones para evitar contribuir en los peores aspectos de este sistema en mi día a día? Tomando esta pregunta como punto de partida, nació la siguiente reflexión.

Consumidores antes que humanos

Todos somos personas, en el sentido griego de la máscara que nos separa de todo lo que nos rodea y de nosotros mismos. No muchos somos humanos. No muchos se conocen o se respetan lo suficiente como para alimentar su humanidad y ser humanos plenamente. Humanos llenos de emociones y fallos, pero también llenos de humildad y de amor por el resto del universo. Pero todos, o casi todos, somos consumidores. Llevamos un consumidor en lo más profundo de nuestra médula.

Consumidores de experiencias, pagando para poder vivir una nueva experiencia: viajar, comer fuera, una nueva película, un nuevo concierto, una nueva fiesta… Consumidores de objetos: un nuevo conjunto para lucir, una nueva droga, el último modelo de móvil o el ordenador más puntero. También consumidores de personas, ansiosos por ver qué podemos conseguir de ellas, ahora incluso con aplicaciones para poder acceder al mercado de personas en forma de pantallas deslizadas hacia la derecha o hacia la izquierda.

¿Es posible revertir esta identidad consumista, vomitar nuestro consumidor? ¿Es posible cambiar la dirección de la vida? Que dejemos de querer llenarnos de fuera hacia adentro buscando un nuevo estímulo que acalle nuestra desidia y nuestra incapacidad de disfrutar de las pequeñas cosas. Deberíamos buscar de dentro hacia fuera e identificar lo que podemos aportar nosotros al momento, al espacio, a la gente que nos rodea.

vomitar nuestro consumidor

Cómo vomitar nuestro consumidor

Debemos reconquistar y revitalizar los espacios públicos, a pesar de la resistencia de las políticas neoliberales que nos echan de nuestras calles usando la fuerza de la policía, como bien analizó el compañero Pau Orihuela en su artículo al respecto. «Pasear como acto revolucionario», tal y como nos mostró María G. Dionis, o sentarnos en el banco de un parque como hacen nuestros mayores para contemplar el paso del tiempo como un buda ibérico.

Tenemos que evitar marcas y productos cuyo impacto medioambiental sea irresponsable o perjudicial y boicotear toda la propaganda y los mensajes que nos instan a consumir, a consumir y a seguir consumiendo (que proliferan especialmente en estas fechas navideñas). Deberíamos envolver los regalos con papel de periódico, sacar nuestro lado más artesano y fabricar nosotros los regalos. O, en lugar de regalar objetos, regalar tiempo y amor a nuestros seres queridos, tal y como respondieron los encuestados de este vídeo cuando les preguntaron qué les regalarían a esas personas queridas si fueran sus últimas navidades. Cambiemos nuestra mentalidad. Saquémonos de dentro costumbres, hábitos, gestos y pensamientos introducidos por este sistema que nos llevan a pensar una y otra vez de manera consumista.

En definitiva, es necesario que dejemos de vernos como vacíos que deben ser llenados. Seamos seres plenos que llenan el mundo que les rodea. Vomitemos nuestro consumidor para vivir, y no vivamos de fuera hacia dentro, sino de dentro hacia fuera.

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