No sé vivir.
Y el destino es solo
un camino quejumbroso.
Velas en fuego de susurro,
las apago en gritos de auxilio.
¡Y se escapa la luz! – Grito.
En protesta hacia mí mismo.

No sé caminar.
He estropeado cada recuerdo
en mi andar chueco.
Caído en cada hueco.
Peor aún; he repetido el vacío;
insaciante con flores de fondo.
Adictivo aroma de asombro.
Asombro de la realidad,
producen pasos temblorosos.

No sé hablar.
Trabo en gesticular cada palabra
¿Cómo me expreso con los demás?
¿Cómo indico que desvanezco sin más?
Sin que alguien estalle,
sin que alguien me llore,
¿Cómo explico la verdad?, (estoy acabado)
Y que alguien solo me abrace.
Sin sentir que le debo explicar;
en un idioma que no sé hablar.

No puedo tratar a personas que solo saben gritar.
No puedo entender; risas falsas sin curiosidad.
Entiendo el silencio; las miradas, y la inocencia,
entiendo las suplicas por un abrazo con aroma a libertad.
Entiendo el amor en la prosa del cuello, con sabor a mar.
Pero no entiendo los gritos; que rayan el sol,
y han asustado las estrellas con su rechazo a los poemas.
– ¿Dónde quedaste vida (silencio)? – Aquí no estás, aquí no está.


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