Rompiendo moldes de intolerancia

La temática de la ilustración está centrada en la discriminación de la
minoría transgénero, personas cuya identidad sexual difiere de su
sexo al nacer. Aquí lo enfoco desde la perspectiva, por desgracia
cada vez más creciente, de la transfobia de ciertos colectivos
radicales considerados como «feministas», pero que discriminan a
mujeres transexuales principalmente por no considerarlas como
mujeres completas con capacidad de menstruar o reproducirse.
La simbología que esconde esta imagen es la siguiente: se
presenta a una mujer transgénero postrada con comodidad sobre
su nuevo sexo, ahora acorde a su identidad sexual, ofreciendo una
taza de té, a modo de generosa transición, a su antiguo cuerpo
masculino, que queda en forma de estatua arcaica, una «crisálida»
que nunca debió ser.

Los detalles en forma de concha repartidos por todas partes son
una reafirmación de su nuevo sexo, mientras que en el fondo queda
escrita la palabra TRANSFOBIA sobre una pared que se cae a
cachos, como un molde impuesto que apenas se sostiene. También
es posible ver en la esquina inferior izquierda una caja llena de
muñecas esparcidas por el suelo. En ellas he querido expresar el
concepto rancio que relaciono con las TERF, unas figuras
femeninas a modo de barbies hechas por moldes en las que la
feminidad se busca e impone de una forma tóxica y discriminatoria,
sin contemplar la pluralidad de contexto ni los matices que existen
en nuestra sociedad, cada vez más compleja y cada vez más
diversa.


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