La ventana: protagonista ahora y hace 190 años

Hace 194 años, Joseph Nicéphore Niépce pasaba días enteros mirando hacia la ventana. Ahora, posteriormente, lo hacemos nosotros.

Entre estos vanos de luz y aire se desarrollaron las primeras fotografías de la historia. Lo que fue en 1826 una apertura hacia la captación instantánea de recuerdos lo es ahora para la visualización del porvenir. Qué caprichoso es el destino.


Con la entrada del nuevo siglo XIX, el inventor y químico Joseph Nicéphore Niépce (1765-1833) se olvidó de la patente del motor a combustión interna, ya conseguida por él y por su hermano, para centrarse de lleno en la fijación de imágenes a través de la cámara oscura: un instrumento que se conocía desde el siglo X d.C. pero que se generalizó en esta nueva época.

Desde esos momentos Niépce no se separó de la luz que entraba por su ventana, e intentaba captarla a través de la lente de la cámara oscura y de las sustancias químicas. Entre 1816 y 1826, Joseph Nicéphore no paró de trabajar hasta conseguir plasmar una imagen fija y permanente.

Hace 194 años, una placa de peltre recubierta de betún de Judea retuvo, tras ocho horas de exposición, la ventana abierta y los tejados que asomaban en ella. Era 1826 y Niépce había abierto la ventana de su casa en Le Gras. Y, como resultado, había abierto el mundo.

vista desde la ventana de le gras
Fig. 1. Vista desde la ventana de Le Gras, Joseph Nicéphore Niépce, 1826.
Actualmente conservada en el Centro de Conservación Harry Ranson de la
Universidad de Texas en Austin.

 

Pocos años después, Niépce formó una sociedad con Luis Daguerre. Y, al morir el primero, Daguerre patentó en agosto de 1839 otra manera de conseguir imágenes fijas de una forma mucho más precisa y con menos tiempo de exposición, sacando a la luz lo que él denominó daguerrotipos. Cada daguerrotipo es una imagen original positivada en una lámina de cobre pulida; esta lámina se recubría entonces con un cristal para evitar así el sol y con ello la desaparición.


Uno de los primeros daguerrotipos que realizó Daguerre fue la fotografía conocida como Vista del Boulevard du Temple; en ese caso, el fotógrafo abrió la ventana de su estudio y captó con unos 10 minutos de exposición lo que él contemplaba cada día. Así pues, ese todavía extenso tiempo de exposición hizo que las calles del bulevar parisino que se comunicaban con la Plaza de la República estuviesen desiertas: no había bullicio cotidiano ni traqueteo de carros. Una imagen realmente similar a la actual.

Vista del Boulevard du Temple
Fig. 2. Vista del Boulevard du Temple, París. Daguerrotipo, Louis
Daguerre, entre 1838 y 1839.

En esos mismos años, William Fox Talbot, alejado de París, en Inglaterra, se pasaba las horas en su villa de Lacock indagando igualmente en cómo transmitir en papel lo que él veía al dibujar a través de la cámara oscura. Así, comenzó a plasmar en negativo elementos botánicos hasta que un día, experimentando en una de las ventanas de su villa, consiguió plasmar las rejas y los minúsculos cuadraditos de cristal. De esta manera, Talbot en 1838 patentó los calotipos; es decir, negativos de los que obtener múltiples copias.

latticed windows
ventana de la Abadía de Lacock
Ventana enrejada
Fig. 3. Negativo de la fotografía Latticed Windows.
Fig. 4. Estado actual de la ventana de la Abadía de Lacock, protagonista de la fotografía.
Fig. 5. Ventana enrejada (con la cámara oscura), agosto de 1835. Cuando se hizo por primera vez, se pudieron contar los cuadrados de vidrio de unos 200, con la ayuda de una lente. Localización: Science & Society Picture Library de Londres. número de inventario: 1937-0361.

Estos tres padres de la fotografía (y los que me dejo en el carrete), además de la invención de la técnica, marcaron una nueva objetividad en la visión y en la manera de observar, percibiendo en la ventana abierta una alegoría de la ciencia y de la innovación. Estos vanos, como elementos simbólicos, fueron claves en el entendimiento del Romanticismo y de las Artes Visuales. Siendo, además, sujetos protagonistas en las trayectorias artísticas de René Magritté o Remedios Varo, entre otros.

 

Y, ahora que no dejo de ver en redes sociales instantes captados en un segundo con la cámara del teléfono, de vistas de tejados, de balcones enfrentados, de ventanas empapadas de gotas de lluvia, de gente asomada a esos únicos puntos de libertad y comunicación o de iniciativas para fotografiar la ciudad desde la ventana —como la que ha anunciado PhotoEspaña el pasado miércoles y cuya temática estará presente en su tercera edición (podéis participar hasta el 17 de mayo con el hashtag #PHEdesdemibalcon)—, pienso en esas primeras pruebas fotogénicas que también utilizaron como referente esos lugares llenos de luz, vida, respiro y comunicación.

Tras 194 años, vuelve la creatividad a estos puntos simbólicos; cambiamos los polvos químicos, las placas metálicas, las cámaras oscuras y diez minutos de espera —mínimo— por un desbloqueo numérico, una limpieza rápida de la cámara, un enfoque automático y medio segundo de paciencia.

La ventana no es el lugar donde permanecemos sino donde nos gustaría estar.

Ya lo fue entonces y lo es ahora.

Fig.6. Vista del pueblo desde una ventana. Autora: Alejandra Ureña.
Ejemplo de fotografía en tiempos de cuarentena, 29/03/2020.

Crédito de las imágenes: Wikimedia Commons.


 

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