El miedo y su sonrisa melosa
me miran una vez más,
insinuando sus afilados colmillos
cargados de sucio azafrán.
Se me clavan en los huecos
dilatando las heridas,
infectándolas de veneno,
enfermando mi claridad.
El antídoto se esconde
entre pasado y futuro;
mira de frente al presente
y encontrarás libertad.
Permítete ser tú misma, mi niña,
y se lo permitirás a los demás.
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