Cierro la labor del destino,
escucho el constante rugir de mis huesos.
Espero.
Decido si tejer la última hebra
o deshacer una vez más el tapiz.
Espero.
Rompo la palabra «espera»,
con sus hilos coso mi piel,
caen plumas, sueños, astillas,
rompo la palabra deshacer.
Creo.

Escribo, hago teatro y doy clase. O eso creo.