Dejad de asfixiarnos,
de decirnos qué tenemos que hacer,
de cuidarnos.
De creer que no sabemos donde estamos
ni con quién, qué necesitamos.
Solo quiero que entiendas
que no necesito,
que aprovecho cada minuto que no me ves
para ser,
que me duelen los labios de apretar,
que me duelen los pulmones de no gritar.
Yo soy de mis alas
y mis alas
no son de nadie.
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