Militante

Podría escribir poemas abstractos;
retirar de sus versos toda clase de remordimientos;
dedicárselos al campo, a las ciudades
y a la belleza de las gentes que no exigen nada.

Podría hablar de la vida con las flores y el mar,
para reflexionar entre pétalos y murmullos.
Podría narrarle mis penas al viento,
y que se lleve con él todas mis lágrimas.

Podría susurrarle a la luna todos mis amores,
que me recuerde sus alegrías con meteoritos y estrellas.
Podría imaginarme un mundo ideal;
que la política no tome partido por interés,
que los militares rompan sus uniformes,
donde lo único que me roben sean unos besos
y mis únicas tristezas sean las derrotas
de mi equipo favorito.
¡Pero no quiero!

No quiero ser como ese niño mimado
que intenta imponer su voluntad
y que solo mira su realidad.
¡No quiero!

No quiero encadenar mis versos a causas adulteradas,
que mis letras obedezcan a la muchedumbre
y que solo busquen contentar orejas agradecidas.
¡No quiero!

No quiero que me paren para pedirme autógrafos
o que le pongan mi nombre a una calle,
ni que se peleen por mí los editores.
¡No quiero! Que no. ¡No quiero joder!

Quiero ser lógico…
¡Quiero hablar desde la vida!
De sus afectos, de sus pasiones, de sus penurias.
Quiero huir de la neutralidad objetiva,
sublevarme contra los hábitos de la costumbre.
Quiero poner la generosidad de mis versos
al servicio de los desahuciados del mundo.
Quiero que mis palabras sean las bombas
que propaguen el caos que guardan en sus sueños.

Quiero que mi conciencia alce su voz
para gritar las injusticias del derecho,
los abusos de la ley y las penas del dinero…
Quiero que dejemos de mirar para otro lado,
de empeñarnos en no ver las vergüenzas del planeta.
Quiero que anulemos los errores de la injusticia,
que volemos los vetos y estereotipos que nos gobiernan;
¡Quiero que dudemos de nosotros!
¡Quiero que dudemos de nuestras contradicciones!