Tardías son las pocas hojas
que aún se columpian
en sus altas ramas.
El manto del invierno
va arrancando las últimas,
como si las sacara a bailar
a una danza muerta y oscura
Arden dos grandes troncos;
la música de su combustión
agrieta sus puentes de madera,
ya están a punto de vencerse.
Los surcos y maderas oxidadas
dibujan elementales de fuego
y otros demonios chispeantes.
Árboles-cadáver
transformados en setas de fuego,
miles de ascuas diminutas
encuentran cobijo
en sus decadentes hogares.
Se escuchan susurros,
secretos de planta muerta,
embrujos que bailan en vano
hasta mitigarse.
Su calor hace olvidar el invierno.
Su muerte oculta las tinieblas.
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