La trayectoria de sus dedos
dibuja galerías,
elefantes negros que se cuelan
entre tus ojos,
ranas de mármol
que explotan de un salto.
En el sol oculto
por estas naves burguesas de hormigón,
se elevará un halcón blanco,
un gerifalte que en la bohemia se hará peregrino.
Ahora, saltan ardillas por las telas,
saltan los colores impresionistas
jugando hasta con sus reflejos.
Las hojas de los árboles
ya querrán caerse,
pero en estos tiempos
el otoño se lo disputan el verano y el invierno.
Ellas, humildes,
se comen un trocito de sol y lo vomitan.
Su vida, o la mía, en un lienzo,
escupirá tormentas y pintará el futuro.
Jugando a ser estuvo
hasta que se fue jugando.
Nota: Este poema también puede ser leído a la inversa, retrocediendo sobre tus pasos.
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