El agua contiene y hace levitar, levanta el cabello como corriente de viento que va de lado de las tortugas, de lo más lento y fluido.
Cuesta aprender a vivir mojado, no hay manera para soplar e intentar secar las gotas que no terminan de ser diluidas ni burbujas por completo.
Uno se acostumbra.
Uno aprende a volar en el agua con alas mojadas y pesadas, pero hidratadas de lo que más da. Y eso está muy bien.
Mi papá enseñó a nadar a mi hermano haciéndolo volar aterrizando en picada con el agua amortiguando su peso, ahora él le enseña al vecino que asegura que sí hay más peces en el agua y que también se puede volar con ellos.
Toma tiempo, pero uno aprende a volar estando mojado

Artista en formación, navegante entre ventanas, neófita de letras oportunas con aires de música.
Tallista del papel, dibujante del trazo entre rimas.