Espero que cuando me falte el sol
no vengan esos recuerdos a buscarme.
Pues, al compás de una canción,
no hago más que recordar.
A veces, entre sonetos y diapasones,
los recuerdos se entrometen,
y me pregunto: ¿para qué vuelven?
Si ya no queda más que olvidar.
No sé por qué vuelven los recuerdos,
precisos, cuando soy capaz de olvidar.
Y así, la tarde se pone triste: será que los recuerdos no saben que me hacen llorar.
Si a veces nos hace mal recordar, les pregunto a mis recuerdos qué quieren,
entre notas altas y bajas,
respondiendo los más atrevidos, que son quienes viven conmigo: así la vida se vaya contigo.
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