Entre dichas y pesares, leeres y entenderes,
se vuelve barbilocuente el quehacer de tus curiosidades.
Por el tono de tus trazos, lo profundo de tus sentires,
de tus letras como adorno entre tus labios,
de un suave cáliz derramado.
La franqueza que fría oculta tu grandeza;
tú, eterna misteriosa, que inspiras artistas en casas de tinta.
Logras convertirte en momentos, transcurrires y hasta pasares,
pues entre un cuento versas de historia la locura y otorgas vida
a lo que tocas.
Entre las curvas adyacentes de tu pelvis
donde se esconde el ocaso
sigo caminares y andares, bailares y pesares;
perdido y sin saber dónde parar,
lejos de tus ondulados dedos que me deberían enredar y atrapar,
diciéndome muy cerca que lo tuyo son las imágenes y lo mío
las (malas) letras…
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