2020, elecciones en Estados Unidos: en un colegio electoral de Lancaster, Pennsylvania se da una conjunción de personajes nunca vista antes.
Entre el gentío, vemos un rebaño de Karens, con expresión orgullosa y la cabeza sellada herméticamente con litros de laca, arremolinadas ansiosas por votar. Justo detrás de ella el multimillonario rapero Lil Pump, de origen colombiano y al que la política hasta ahora le venía dando un poco igual ¿Qué tienen en común? No mucho; acceso a twitter, mucho brilli brilli y que hoy votan por el mismo candidato : Donald Trump.
Hace poco el mencionado Lil Pump apareció en uno de los mítines del candidato republicano a la presidencia. Nuestro famosísimo rapero estaría apoyando a alguien que ha estado basando su campaña en todos los prejuicios que los yankees llevan arrastrando siglos. ¿Cómo es posible?
Trump ha conseguido unificar con su discurso un grupo de votantes que no se veía representado hasta ahora en el parlamento. De todas las clases sociales, los seguidores del culto de Donald Trump son extremadamente fieles: contra viento y marea, contra cualquier argumento, no tienen reparo a la hora de apoyar a su carismático lider. Al igual que una rockstar, un playboy, un superhéroe Trump no apela a lo que deberías hacer sino a lo que te gustaría estar haciendo. Soluciones sencillas y drásticas aparecen para problemas que antes parecían imposibles de solucionar. No hace falta ser un experto, tú tienes la clave para hacer el país que deseas, solo tienes que votar, solo tienes que tener fe.
Representando una «derecha alternativa» inventada, América y los americanos aparecen en la fantasía de Trump como un gigante de hierro hiper próspero en contra del enemigo común más allá de la frontera. Todos los deseos hasta ahora frustrados por la corrección política se cumplen bajo el lema de Make America great again.
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