Evitar que los males nos alcancen enterrándonos entre algodones poco a poco, envenenándonos, encerrando nuestras almas bajo llave. Arrancarle las manecillas al reloj, clavártelas en el pecho y reprocharte tu sangre. No me manches, no me llames. Somos bebés que han crecido con el cuerpo muy cansado y una estaca ennegrecida.
