No sé cómo hiciste para inmiscuirte en mis entrañas,
recorrer todo mi cuerpo con tu mirada y
estar presente en cada rincón al que voy.
Tu imagen fantasmal atraviesa cada esquina,
se inmiscuye en mi yo interior
asegurando que ahora ya no puedes salir de ahí,
de cada escondrijo que encontraste para facilitarme la vida
o incluso hacérmela imposible.
Te volviste magia en todo tu ser,
lleno de carisma, complemento inefable, sublime.
Eres mi naturaleza, eres mi perfección completa,
y aunque sé que recorriendo todos los caminos llegare a ti;
Roma, no huyas de mí.
Pues se me complica la veracidad de que tú quieras venir
y solo me queda pedirte que sigas siendo mi camino,
que no dejes de ser ese hilo cubierto en oro
[que me guía hacia la salida,]
donde puedo escapar de ese feroz minotauro.
Sigue siendo tú y solo tú, aquello que me sabe hacer tan bien.
Sigue amándome, que yo no paro de hacerlo por ti…
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