Brechas en el vientre,
úlceras,
lagartos recorren mi cuerpo,
rumian los tejidos irrigados con el veneno
hasta infectarse.
Mi carne descompuesta,
podrida,
una reverencia a la rueda,
una oda a la injusticia,
su nombre es lo que retumba
entre mis roídas tripas,
virus o cicuta.
La cabeza del sistema,
dormida,
llena de laberintos ingrávidos
cubierta de un bosque de sospechas
sostenida desde el cielo,
como una marioneta.
Las tinieblas susurran este segundo,
muerto y húmedo.
Las palabras no dejan rastro.
Nadie se escucha.
Más que un planeta, una pelota
de cables y basura.
De lo más profundo de mis cloacas,
nace ella,
tan pura y gigantesca,
fabricada con materia orgánica
y nutrida con la sangre de las cunetas.
Su hedor apesta a resistencia,
su mugre contamina los edificios
y nubla las autopistas.
Una mierda que siempre mancha,
pises donde pises.
Una mierda Grande y Libre,
sin argumentos ni vacilaciones,
pero con el abono suficiente
para una nueva primavera.

Podría decir muchos trabajos y estudios que he ido haciendo mientras escribía. Escribir es lo único que se ha mantenido constante en mi vida, así que decidí (por fin) darle la atención que se merece. Espero haceros disfrutar de la aventura tanto como la estoy disfrutando yo. Espero cambiar el mundo con las letras y la cultura y fracasar, pero que mi fracaso sirva para algo. Espero pasármelo muy bien y luego sufrir como un idiota.