Oye la risa del mar
celebrando cada embate contra la tierra:
herida, frenética, magnánima; llega
el siguiente golpe y…
¡JA, JA, JA!
Se retira sedienta de combate
y deja una estela de oro y cristales;
toda la inmensidad para tomar carrera…
¡JA, JA , JA!
No hay miedo, solo ansia; dolor
sí, mas como corona, como rosa ardiente;
sangran las olas, ebrias de júbilo, anestesiadas contra el desaliento,
y entre sus dientes otra vez su voz escapa:
¡JA, JA, JA!
Puedes oírla también en las caracolas,
que se entregaron mucho ha a sus ondas,
o en las alas del halcón rasurando el aire
mientras se hunde en picado.
Y yo, tras la escollera,
a medio camino de la alegoría,
mirando el sol ocultarse bajo ondulantes confines,
aún busco esas risas
mar adentro.


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